28 oct. 2010


LA HORA DE LA IZQUIERDA

Sinesio López Jiménez
La CEPAL acaba de publicar un documento valiente que constituye una severa llamada de atención a todos los gobiernos de AL, especialmente a los gobiernos neoliberales. La hora de la igualdad, Brechas por cerrar, caminos por abrir, se llama el documento cepalino que va a levantar, sin duda, grandes debates académicos y políticos. La filosofía política establece una diferencia central entre igualdad y justicia: la primera es neutra mientras la segunda tiene un sentido axiológico. La igualdad no es de por sí un valor, dice Bobbio en un libro especialmente dedicado al tema (Eguaglianza e Liberta, 1995), sino que lo es tan sólo en la medida en que ella es una condición necesaria, aunque no suficiente, del equilibrio interno de la sociedad como un todo.
Bobbio diferencia las situaciones de justicia de la regla de justicia y del criterio de justicia. Las primeras aluden a las esferas de aplicación de la justicia en las que es relevante que haya o no igualdad, dando lugar a la justicia conmutativa (relaciones equitativas entre las partes), a la justicia distributiva (relación armoniosa entre el todo y las partes), a la justicia retributiva (a cada uno se le da según lo que le corresponde) y a la justicia atributiva (a todos por igual). El criterio de justicia (o esferas de la justicia de Walzer) es el establecimiento de un patrón deseable de igualdad en las diversas situaciones en las que ella se aplica: en la familia, es la necesidad; en la escuela, el mérito; en una empresa, las cuotas de acciones. Por regla de justicia se entiende la norma según la cual se deben tratar a los iguales de modo igual y a los desiguales de modo desigual. 
Es necesario diferenciar, sin embargo, las igualdades de carácter jurídico de la igualdad de oportunidades. Entre las primeras están la igualdad frente a la ley, la igualdad de derecho, la igualdad en los derechos y la igualdad jurídica. La igualdad frente a la ley es eliminación de toda discriminación no justificada. La igualdad de derecho es la igualdad formal por contraposición a la sustancial. La igualdad de derechos es la igualdad en el goce de derechos fundamentales reconocidos por la constitución. La igualdad de oportunidades es, en cambio, la igualdad en el punto de partida en una situación en la que compiten personas que son económica y socialmente desiguales. El principio de la igualdad de oportunidades es el fundamento del Estado socialdemócrata mientras la igualdad frente a la ley lo es del Estado liberal. El nuestro ni siquiera es un Estado liberal porque la ley no llega a todo el territorio ni a todas las clases sociales por igual. 
Un tema central en el mundo actual es la relación entre igualdad y libertad. Existe entre ellos una tensión que puede transformarse en una contradicción cuando se privilegia uno de los polos en desmedro del otro. Este es el caso de las economías de neoliberalismo extremo que potencian al máximo la libertad y la voracidad individual, pero limitan y bloquean el desarrollo de la igualdad. Según la CEPAL, los países latinoamericanos son los más desiguales del mundo. La distancia en AL entre el Quintil 5 y el Quintil 1 es 17 veces mientras ella en el Grupo de los Siete es sólo 7 veces y en USA, 8 veces. La distancia en AL entre el Decil 10 y el Decil 1 es 34 veces, mientras en el Grupo de los Siete es sólo 12 veces y en USA, 16 veces. Lo que pagan los ricos en AL como impuesto a la renta es sólo el 0.9 del PBI mientras los ricos europeos (OCDE) pagan 8.9 del PBI.
Si esta es la hora de la igualdad en AL, como dice la CEPAL, entonces (digo yo) esta es también la hora de la izquierda. Si hay algo que caracteriza a la izquierda eso es la lucha por la igualdad de oportunidades. ¿Existe acaso otra fuerza política que pueda encargarse de esta tarea impostergable?. No. Todos los candidatos de la derecha, avalados por García, apoyan al modelo neoliberal extremo que ha reforzado la desigualdad. Ojalá la izquierda esté a la altura de este enorme desafío.
Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://blog.pucp.edu.pe/item/114855/la-hora-de-la-izquierda

27 oct. 2010


El ciudadano del cine

por Osvaldo Gallone
A pocos artistas del siglo XX se les puede aplicar sin temor a la hipérbole el calificativo de genial como a Orson Welles. Sesenta y nueve años después del estreno, su película El ciudadano mantiene plenamente vigente su carácter de gran reservorio de las posibilidades del cine.
Que una ópera prima filmada por un chico de veintiséis años resulte de soberbia factura es infrecuente; que esa obra revolucione genuinamente el arte de la cinematografía es asombroso; que a sesenta y nueve años de su estreno resulte, inequívocamente, una de las dos o tres mejores películas de la historia del cine y ofrezca renovados perfiles cada vez que se la mira, ya es un prodigio que parece situarse en el plano de la inverosimilitud. Sin embargo, tal es el caso de El ciudadano, escrita, dirigida y protagonizada por Orson Welles y estrenada el 1º de mayo de 1941.
La historia de El ciudadano y su realización exhiben aspectos tan fecundos y dignos de nota como el propio film; de hecho, la vida y la trayectoria artística de su realizador se asimilan a un relato de género fantástico urdido por un demiurgo brillante, caprichoso y contradictorio.

El señor Kane

A mediados de la década de 1930, Welles funda el Mercury Theatre. En 1938, en la cadena radiofónica de la CBS y junto a sus compañeros del Mercury, decide emitir una adaptación de La guerra de los mundos, de H. G. Wells. La voz de Orson Welles, los efectos especiales y los estudiados silencios provocaron un efecto tan devastador entre los oyentes (hoy se puede escuchar la grabación completa en You Tube) que cientos de ellos entraron en pánico y ganaron las calles de Estados Unidos convencidos de que Nueva Jersey comenzaba a ser invadida por alienígenas (una parodia brillante y miniaturizada de la conmoción se puede ver en Días de radio, Woody Allen, 1987).
El programa alimentó una innumerable cantidad de teorías psicológicas y sociológicas alrededor del comportamiento de las masas y el alcance de los medios de comunicación masiva, y le supuso a Welles un rédito tan abrumador que le cambió de una vez y para siempre su vida y su carrera: la RKO Pictures le ofreció en 1939 un contrato para escribir, dirigir y producir con entera libertad tres películas.
Uno de los proyectos más ambiciosos, y que lamentablemente para la historia del cine quedó en agua de borrajas, fue la adaptación de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Al cabo, Welles convenció al guionista Herman J. Mankiewicz para que colaborara con él en la realización de una historia inspirada en la vida del magnate del periodismo William Randolph Hearst. El producto final (en cuya factura Mankiewicz tuvo una incidencia mayor de la que muchos historiadores del cine están dispuestos a admitir) fue El ciudadano.
Curiosamente, las extraordinarias innovaciones formales de este film (juegos de luces y sombras deudores de la estética de Rembrandt y de Vermeer, planos casi imposibles, innumerables tomas de y desde los techos, aperturas excesivas y deformaciones de lentes) guardan relación directa con el escaso conocimiento de Welles, hasta ese momento, de las posibilidades y, especialmente, imposibilidades técnicas a la hora de un rodaje (caso prolijamente análogo al de Pasolini). En el excelente libro de Peter Bogdanovich Ciudadano Welles (Grijalbo, 1994; una tan extensa como riquísima charla entre ambos directores), Welles destaca especialmente el trabajo de fotografía de la película, a cargo de Gregg Toland; el director demandaba inéditos efectos de iluminación y Toland se las amañaba para satisfacerlo, hasta que el propio Toland le confesó a Welles: “Ésta es la única forma de aprender algo: de alguien que no sabe nada”.
En efecto, en el registro técnico, Welles nada sabía; es desde esta adánica ignorancia que se propone y logra escenas que han quedado plasmadas para siempre en la memoria de cualquier cinéfilo. En el célebre diálogo entre Charles Foster Kane y Leland (Joseph Cotten), luego de que el primero, por un enredo de faldas, pierde ignominiosamente las elecciones para gobernador, la cámara está colocada en un ángulo inusualmente bajo; en su diálogo con Bogdanovich, Welles se extiende sobre el particular: “Tuvimos que cavar un agujero y lo hicieron en el suelo de cemento para que pudiéramos bajar tanto la cámara.”
El magnate del periodismo Charles Foster Kane muere musitando una palabra cuyo sentido es inaccesible para todos: “Rosebud”. A partir de ese momento (y a la manera de Akutagawa en el cuento “En el bosque” –sustrato argumental de Rashomon, de Kurosawa–, Wilkie Collins en su novela La piedra lunar o , mucho más cerca en el tiempo, Marco Denevi en Rosaura a las diez), todos cuantos conocieron a Kane dan su versión del personaje sin descifrar el enigma de esa última palabra: un puzzle soberbio de versiones, reiteraciones y rectificaciones en cuyo marco Welles utiliza como nadie la técnica del flashback y ahonda en el carácter elusivo de la verdad.
A la hora del estreno, como suele suceder con algunas obras maestras, pocos advirtieron la impecable estatura del film; hubo, al menos, una excepción, y no fue de las menores. En el número de la revista Sur correspondiente al mes de agosto de 1941, bajo el título “Citizen Kane: un film abrumador”, Borges no sólo alcanza a apreciar la obra en su real dimensión, sino que le augura un destino de inmortalidad; vale la pena transcribir el párrafo con el que cierra su reseña: “Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como ‘perduran’ ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial; en el sentido más nocturno y más alemán de esta palabra”.
Es probable (sólo probable) que William Randolph Hearst hubiera aceptado con una mueca de indisimulable disgusto el retrato más o menos grotesco e impiadoso que Welles ofrecía de su vida. Pero rosebud (“botón de rosa”, “pimpollo de rosa”), precisamente la palabra en torno a la cual giraba toda la historia, era el término (inequívocamente poético, hay que admitirlo) con el que Hearst designaba al sexo de su amante. Fue un chiste de Welles, el chiste más caro de la historia del cine. Hearst trabó la distribución de El ciudadano en todas las salas de estreno, logró que la película fuera un fracaso económico y dotó a Welles (que poco hizo para neutralizarla) de una fama de director maldito, controvertido y dispendioso que signó para siempre su relación con la industria: difícil, tormentosa y, por momentos, imposible.

El gran impostor

Lleva razón Harold Bloom en su monumental e imprescindible libro sobre Shakespeare (La invención de lo humano, Grupo Editorial Norma, 2001) al señalar que hay dos creaciones de Shakespeare más grandes en sí mismas que las obras que las contienen y albergan: Falstaff y Hamlet. No hubo en el escenario del arte contemporáneo nadie más falstaffiano que Welles: desde su exuberancia física hasta su catadura omnívora, verborrágica, indeclinablemente vitalista. Además de El ciudadano, por si fuera un logro menor, desarrolló una filmografía en la que se puede encontrar un puñado de indiscutibles obras maestras que sólo ha podido empalidecer, precisamente, el capo lavoro que es El ciudadano.
Su pasión shakespeareana lo condujo a una memorable adaptación de Macbeth (1948; su Otelo, de 1952, es una suma de retazos y destellos de genialidad debido a problemas de índole financiera) y a una joya como Falstaff (1965) o Campanadas a medianoche, título inspirado en el diálogo sostenido entre Falstaff y el juez de paz en la segunda parte de Enrique IV (acto III, escena II), donde el primero admite la vieja amistad que hay entre ambos diciendo: “Hemos oído las campanadas de medianoche, señor Somero”. Y en su adaptación de Don Quijote (1961), el Sancho Panza de Welles puede asimilarse, de modo natural y hasta necesario, a sir John Fastaff.
La dama de Shanghai (1948, cuya estructura de triángulo amoroso que deriva en crispado huis clos toma Polanski para su excelente ópera prima de 1962, El cuchillo en el agua) es, por un lado, un rendido homenaje a Rita Hayworth y, por otro, una lección de cine. Unidos en matrimonio entre 1943 y 1948, Welles le dedica a Hayworth planos cenitales, primerísimos planos y escenas enteras en las que se destaca una de las bellezas más genuinas que habitó una pantalla de cine. La escena en la que se resuelve la trama (un notable juego de espejos cóncavos y convexos enfrentados en los que se reflejan y superponen los tres protagonistas) es un alarde estilístico y fue debidamente homenajeada por Woody Allen en Misterioso asesinato en Manhattan (1993).
El talento del hacedor opacó, sin duda, la versatilidad del intérprete. En Sed de mal (1958), Welles le da vida a un personaje que Guillermo Cabrera Infante, en Un oficio del siglo XX (El País-Aguilar, 1993; edición definitiva cuya tapa está ilustrada con un fotograma célebre de El ciudadano), define con maestría: “Sucio que casi se huele su mugre, cojo, enorme, racista, antipático, el policía Quinlan es una visión tan poderosa como lo era Kane”. Y su interpretación del abogado en El proceso (1963) no es menos excepcional que la adaptación que hace de la novela de Kafka.
F for Fake (o F de Falso, o Fraude, 1973) es la última película acabada de Welles, su testamento cinematográfico y, acaso, su más fiel autorretrato; eso es lo que fue: un mago inagotable, un tramposo genial.


*Escritor y crítico literario, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ LE MODE DIPLOMATIQUE

26 oct. 2010


Alberto Adrianzén

“Hay un giro a la izquierda” 





Alberto Adrianzén, sociólogo y analista político, considera que el resultado de las elecciones municipales y regionales mueve el escenario político hacia la izquierda para las elecciones presidenciales de 2011 y habla de la unidad de las diversas fuerzas ubicadas en ese sector. Cree que este proceso electoral le ha restado credibilidad a la ONPE y sembrado dudas para las elecciones de 2011.También analiza los efectos de lo que llama la derrota de Lourdes Flores y del APRA.

-¿Cuál es la lectura de los resultados de las elecciones municipales y regionales de cara a los comicios presidenciales de 2011?-Hay una paradoja: en medio del crecimiento económico de los últimos años las fuerzas progresistas han logrado ubicarse mejor que en el 2006. Esta paradoja se da, entre otros factores, porque ha habido un crecimiento económico que no es igual para todos. Ha crecido, con matices, un espíritu que cuestiona el tipo de modernización y desarrollo económico. Esta elección marca un fracaso del proceso de descentralización, en la medida que las regiones reclaman una mayor cuota de poder. Hay un crecimiento de un polo progresista, de izquierda… 

-¿Esto gira el eje de la elección de 2011 hacia la izquierda?-Sí, ese eje gira un poco más a la izquierda. Toledo dice que ha hecho una alianza con el candidato de Junín, lo cual me parece extraño y hasta divertido. Eso no es cierto. Toledo rápidamente se quiere pegar a la izquierda. Y Jorge del Castillo ha dicho que hay que buscar un reposicionamiento hacia la centroizquierda, cuando él ha atacado sistemáticamente a la izquierda y ha estado impulsando una línea de derecha dentro del APRA. Ahora todos quieren desplazarse hacia el campo de la izquierda. No solamente por el triunfo de Susana Villarán, sino por lo que está pasando en las regiones. Además de Lima, en Cajamarca, Cusco, Junín, San Martín, Arequipa, Piura, ha ganado la izquierda… 

-Pero estos movimientos regionales de izquierda no representan un polo homogéneo y en muchos lugares la izquierda ha ido dividida y se ha enfrentado entre sí. -Es cierto que no es un polo homogéneo y que hay división entre los movimientos regionales progresistas, pero hay bases programáticas comunes en esos movimientos que han llegado a los gobiernos regionales. El reto es llegar a un acuerdo entre estos movimientos regionales, partidos de izquierda, grupos progresistas, en torno a una unidad programática, porque lo que se va a elegir el 2011 no es tanto un presidente, sino un gobierno, y, por lo tanto, lo que se requiere es una coalición de gobierno antes que una coalición electoral. Para gobernar es fundamental la unidad.

-¿Es posible convertir ese polo progresista heterogéneo en un polo homogéneo en el poco tiempo que falta para las elecciones de 2011?-El tiempo es un enemigo, pero creo que sí es posible, siempre y cuando se piense en gobernar el país y no solamente en ganar curules. Eso implica renuncias, concesiones y trabajar de una manera realista y transparente por la unidad. Los movimientos regionales deben cumplir el papel de promotores de la unidad. La obligación de las fuerzas progresistas es pensar en cómo unirse y no en cómo cada una construye su propia fuerza. El riesgo que haya más de una candidatura de izquierda es que le quitaría votos a Humala, que es una barrera de contención del Fujimorismo.

-¿La unidad de la izquierda pasa por la candidatura presidencial de Humala o debe haber un proceso de elecciones internas para elegir al candidato de un frente progresista?-Hasta ahora yo no veo otro candidato que no sea Humala. Con sus virtudes y defectos sigue siendo un candidato importante. Yo no descarto la posibilidad de que haya elecciones internas para elegir al candidato presidencial. Esa es una fórmula que permite un liderazgo mucho más sólido en un polo progresista. Ese es un tema que hay que discutirlo. La unidad tiene que darse en torno a un acuerdo programático para gobernar el país y no en torno a personas… 

-¿Cuáles deben ser los puntos centrales de ese acuerdo programático?-Fortalecer el sistema democrático, recuperar la capacidad del Estado en el manejo de la economía, un cambio del modelo económico para permitir un crecimiento integrado del país y dar empleo digno y mejores pensiones, una reforma fiscal, una política exterior independiente que siga el curso de hoy día de América del Sur, una política que garantice los derechos de las personas, una mejor Educación, una política más radical en la descentralización, un reconocimiento a los pueblos indígenas. Una serie de factores que significan una nueva Constitución que deje de lado esta Constitución neoliberal. En estos temas yo no veo diferencias entre las distintas fuerzas progresistas.

-¿Pero no resulta complicado unir a la izquierda moderada que ganó en Limacon la izquierda más radical que ha triunfado en varias regiones del país? -Sí, es complicado, pero el intento hay que hacerlo. Lograrlo dependerá de cada fuerza política, de vencer prejuicios de uno y otro lado, como el prejuicio de acusar a Humala de chavista, que no tiene fundamento. Esa acusación contra Humala y el Partido Nacionalista tiene que ser dejada de lado porque eso dificulta una negociación para la unidad que se necesita para gobernar el país y es una concesión a la derecha, que exige una especie de carta de sujeción en ese tema. Sin perder el espíritu radical de una identificación con las provincias y con sectores populares, se debe presentar un programa que no implique sobresaltos en los electores y que garantice la permanencia y la profundización de la democracia, y el crecimiento económico.

-Susana Villarán ha marcado claramente sus diferencias con Humala y rechazó el apoyo que éste le dio en el tramo final de la campaña. ¿No parece casi imposible una coalición que incluya a Susana Villarán y a Humala? -Esa posición que tuvo Susana Villarán no es una buena señal, pero insisto en que hay que trabajar por la unidad. Creo que en esto Susana Villarán cedió a las presiones de la derecha. Yo no comparto para nada que cuando Jaime Bayly le preguntó por quién votaría en una segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Humala, ella haya respondido que viciaría su voto. Eso es un gran error. De ninguna manera Keiko Fujimori y Ollanta Humala son iguales. A Humala se le acusa de ser autoritario, pero en el plan de gobierno del nacionalismo está la defensa de las conclusiones de la Comisión de la Verdad, asumir las pautas del Consejo Nacional Educativo, del Foro de salud. El PN se opuso a los últimos decretos que daban impunidad a los militares. Hay una serie de temas en los que el PN coincide con Susana Villarán. Lo que hay que hacer es Limar desconfianzas. Yo no veo grandes discrepancias, más allá de los calificativos arbitrarios de chavista o autoritario contra Humala. 

-¿El triunfo de Susana Villarán en Lima abre un espacio para una candidatura de izquierda alternativa a la de Humala?-Abre el espacio para una izquierda moderada en un tiempo no inmediato. Fuerza Social tiene que enfrentar un reto muy serio, de cómo crece en provincias y se convierte en un partido nacional. Eso toma tiempo. En el corto plazo, este resultado en Lima abre el espacio para una candidatura de Humala, porque se ha comenzado a vencer el temor, el chantaje de la derecha a todas las fuerzas de izquierda, progresistas y nacionalistas. EnLima se ha votado por Susana Villarán pese a la campaña en su contra que era decirle Patria Roja, senderista. A pesar de ese chantaje de la derecha, la gente, especialmente de los barrios populares, ha optado por Susana Villarán. Ese es un buen síntoma de que los temores que tienen los electores pueden ser superados. 

-¿La izquierda puede aspirar a ganar el 2011 o debe pensar en comenzar a construir una alternativa de gobierno mirando el 2016? -Yo creo que es urgente, imperioso, ganar las elecciones el 2011, que son una especie de punto de quiebre, en el que gana una fuerza progresista o la derecha logra una hegemonía que consolida una correlación de fuerzas por mucho tiempo. A ese esfuerzo para ganar el 2011 deben concurrir todas las fuerzas que se sientan progresistas, más allá de las diferencias que existen entre ellas. Un triunfo del progresismo pondría al país a tono con lo que está pasando en América del Sur. 


“Se ha generado una atmósfera de fraude”
-¿Susana Villarán ya debería haber proclamado su victoria, dada la ventaja que tiene con los resultados procesados hasta ahora?-Creo que sí, porque ella ya ganó. Susana Villarán no puede permitir que Lourdes Flores celebre cuando la que ha ganado es ella. Y ha ganado bien.

-¿Hay alguna posibilidad de fraude con las actas observadas que cambie este resultado?-Ganas tal vez no han faltado, pero creo que un fraude va a ser muy difícil, salvo que se haga una operación en la cual se eliminen las actas que favorecen a Susana Villarán y se validen las actas que favorecen a Lourdes Flores, pero eso sería un escándalo de proporciones mundiales. 

-¿Lo ocurrido en este proceso electoral con el conteo de votos genera dudas de la limpieza de las elecciones presidenciales?-Sí, por supuesto, genera muchas dudas. Lamentablemente, la ONPE ha perdido credibilidad. La suma de errores en este proceso electoral, la tardanza en dar los resultados, la gran cantidad de actas observadas por cambios en el reglamento, que se pierdan actas, que aparezcan actas, las declaraciones de Alan García desconociendo la validez de los resultados a boca de urna, son hechos que han generado una atmósfera de fraude…

-¿Esto abre la posibilidad de un fraude el 2011?-Pienso que hacer un fraude, en el sentido de un anforazo, es difícil, porque hay mecanismos de vigilancia, hay observadores internacionales, está Transparencia. Pero el fraude se puede dar en votaciones muy reñidas. Si hay un resultado muy ajustado, tengo preocupación que se dé un fraude que tuerza la voluntad popular. 

-¿La actitud de Lourdes Flores de insistir en decir que ha ganado a pesar de los resultados que señalan su derrota, alimenta las suspicacias de un posible fraude? -Esa conducta es un error político. Lo democrático es reconocer que uno ha sido derrotado. Repetir tanto que se ha ganado cuando no se ha ganado, genera inestabilidad, contribuye a que se desconfíe de la ONPE, del Jurado de Elecciones, del proceso electoral. El PPC se equivoca, porque está generando un ambiente de inestabilidad política y está deslegitimando las elecciones. Eso es muy grave para la democracia. 


“El APRA ha sido el gran derrotado”
-¿Cómo queda el APRA después de estas elecciones en las que solamente ha ganado, por muy poco margen, en La Libertad?-El APRA ha sido el gran derrotado en estas elecciones. Esta elección deja al APRA en malas condiciones, con lo cual imagino que Alan García debe estar feliz. Esta elección demuestra que el APRA es Alan García y eso es justamente lo que García quiere demostrarle al APRA.

-¿Y en el caso de Lourdes Flores, su derrota marca el final de su carrera política?- Creo que sí. 

-¿Cómo queda el PPC luego de esta derrota de Lourdes Flores?-La crisis del PPC, que apostó con su principal lideresa y ha perdido, es muy profunda. Después de esta derrota, el PPC, que solamente ha ganado unas 15 alcaldías distritales en Lima y ha ratificado su identificación con las clases altas, puede terminar como un partido limeño, municipal, muy chico. Eso es un problema para el sistema político, porque se requiere una derecha democrática, pluralista, porque si no existe esa derecha lo que vamos a tener será un cLima enrarecido de guerra sucia, de una política de muy bajo nivel en la que hay ataques y no se discuten ni ideas ni programas…

-¿Pero la guerra sucia que ha desarrollado el PPC en estas elecciones no lo aleja de una derecha democrática y pluralista?-Sí, es cierto. Yo estoy sorprendido con este comportamiento del PPC, porque ha actuado con malas artes. La guerra sucia que ha implementado contra Susana Villarán ha sido la peor opción que ha tomado y eso desdice de su talante democrático. El PPC está en el dilema de si se convierte plenamente en una derecha democrática y pluralista o si se asimila a la prédica de la derecha intolerante. 

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ Entrevista: Carlos Noriega

25 oct. 2010


Neoliberalismo obligatorio

por Ignacio Ramonet
Tras el ataque masivo de keynesianismo que el estallido de la crisis impulsó en 2008, y que sirvió para que los gobiernos salvaran a la banca de la quiebra, la banca se vuelve ahora contra sus salvadores y les impone las recetas neoliberales que el capital financiero no aplicó consigo mismo.
“Inclina la cerviz, altivo sicambro; adora lo que quemaste y quema lo que adoraste”, ordenó el obispo Remigio al bárbaro Clodoveo cuando tuvo este último que convertirse al cristianismo para ser rey de Francia. Y eso mismo parecen haberle exigido al social-demócrata José Luis Rodríguez Zapatero los jefes de Gobierno del Eurogrupo, en Bruselas, el 7 de mayo pasado, cuando se sumaron al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los mercados financieros para obligarle a renegar de toda veleidad social y a convertirse en el acto al credo neoliberal.
Apenas cinco días después, con el fanatismo de los conversos (mas con pretendido “desgarro interior”), el presidente del Gobierno –que afirmaba, en 2004, “gobernaré para los más débiles”, y reiteraba, en 2008, “gobernaré pensando en los que no tienen de todo”– anunciaba un plan de ajuste terriblemente impopular. Cinco millones de pensionistas, tres millones de funcionarios, cientos de miles de ancianos necesitados de asistencia y medio millón de nuevos padres de 2011 padecerán las consecuencias del brutal recorte.
Al mismo tiempo, otros jefes de Gobierno social-demócratas, en Grecia y en Portugal, se veían también forzados a ir a Canosa, a retractarse y humillarse, y a acatar las tesis ultraliberales que hasta entonces, en principio, habían combatido.
Insólito cambio. Porque hace menos de dos años, después de la quiebra del banco Lehman Brothers en Estados Unidos, los partidarios del neoliberalismo estaban derrumbados y a la defensiva. Ellos eran quienes renegaban entonces. La “crisis del siglo” parecía demostrar el fracaso de su ideología de la desregulación, y la necesidad de recurrir de nuevo al Estado para salvar la economía y preservar la cohesión de la sociedad.
Los gobiernos, incluso los de derecha, recobraban su función de actores primordiales del área económica; nacionalizaban entidades financieras y empresas estratégicas, inyectaban masivamente liquidez en el sistema bancario, multiplicaban los planes de estímulo... Tanto gobernantes como economistas se felicitaban por esas decisiones, que correspondían a las lecciones sacadas de la crisis de 1929, cuando se demostró que las políticas de deflación, de austeridad y de restricción del crédito condujeron a la Gran Depresión.
Por eso, en el otoño boreal de 2008 todo el mundo anunció el “regreso a Keynes”. Estados Unidos lanzó un plan de rescate de los bancos de 700.000 millones de dólares, seguido de otro de 800.000 millones de dólares.
Los Veintisiete de la Unión Europea (UE) se pusieron de acuerdo para un paquete de estímulo de 400.000 millones de euros. Y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, constatando, en noviembre de 2008, que “los tres años consecutivos de superávit presupuestario nos permiten ahora incurrir en déficit sin poner en riesgo la credibilidad de las finanzas públicas”, anunció un ambicioso Plan de Estímulo a la Economía y al Empleo de 93.000 millones de euros.
Además, en varias Cumbres del G-20, los dirigentes de los Estados más poderosos decidían terminar con los paraísos fiscales, controlar los fondos de alto riesgo (hedge funds) y sancionar los abusos de los especuladores causantes de la crisis. José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, declaraba: “Las autoridades políticas no toleraremos nunca más que los especuladores vuelvan a levantar cabeza y nos arrastren a la situación anterior”.

Retorno al pasado

Y sin embargo, hemos vuelto a la situación anterior. De nuevo los mercados y los especuladores tienen la sartén por el mango. Y las autoridades políticas se arrodillan. ¿Qué ha ocurrido? El peso de la deuda soberana consentida por los Estados para salvar a los bancos (1) ha servido de pretexto para un espectacular cambio de situación. Sin el mínimo reparo, los mercados y la especulación financiera, apoyados por las agencias de calificación (totalmente desacreditadas hace apenas unos meses), atacan directamente, en el seno de la UE, a los Estados endeudados, acusados ahora de vivir por encima de sus posibilidades (ver Rivas, pág. 18). El objetivo principal es el euro. The Wall Street Journal (2) reveló que un grupo de importantes responsables estadounidenses de hedge funds, reunidos el 8 de febrero en un hotel de Manhattan, habrían decidido aliarse para hacer bajar la moneda única europea a 1 euro por 1 dólar. En aquel momento el euro valía 1,37 dólares; hoy ya sólo vale 1,22 y sigue amenazado...
Los mercados quieren su revancha. Y reclaman, con más vigor que nunca, en nombre de la “indispensable austeridad”, el desmantelamiento de la protección social y la drástica reducción de los servicios públicos. Los gobiernos más neoliberales aprovechan para exigir mayor “integración europea”, en cuyo nombre tratan de forzar la adopción de dos instrumentos que no existen: un gobierno económico de la Unión y una política fiscal común. Con el apoyo del FMI, Alemania ha impuesto planes de ajuste a todos los miembros de la UE (Grecia, Portugal, España, Italia, Francia, Reino Unido, Rumania, Hungría, etc.), cuyos gobiernos, de pronto obcecados por la reducción del gasto público, han acatado sin rechistar. Aunque ello amenace a Europa de caer en una profunda depresión.
En la misma línea, Bruselas desea sancionar a los países que no respeten el Pacto de Estabilidad (3). Berlín pretende ir más lejos y añadir una sanción altamente política: la suspensión del derecho de voto en el Consejo Europeo. Con un claro objetivo: ningún gobierno debe salirse del carril neoliberal.
En el fondo, ése es el saldo político de la actual crisis de la deuda soberana: no parece quedar espacio, en el seno de la UE, para ninguna opción de progreso. ¿Admitirán los ciudadanos semejante regresión? ¿Puede aceptarse que quede descartada cualquier solución democrática de izquierda de impulso al avance social?


1 Un informe de la Comisión Europea señala que el total de fondos comprometidos para los bancos asciende a 3,3 billones de euros, o sea ¡el 28% del PIB de la UE! Véase El País, Madrid, 20 de junio de 2010.
2 The Wall Street Journal, Nueva York, 26 de febrero de 2010 (http://online.wsj.com/article/SB1000142405274870379500457508774184807439...).
3 Adoptado en 1997 y que limita al 3% del PIB el déficit público.
*Director de Le Monde diplomatique, edición
española.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/neoliberalismo-obligatorio