5 ago. 2010

Lucha por el “espacio atmosférico”

Por Tony Phillips
Cambio climático, ALBA y combustibles fósiles
 
La extracción de petróleo y de gas –cuyo empleo es una de las mayores causas de emisión de gases de efecto invernadero– resulta un factor fundamental de las economías de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Sin embargo, la declaración resultante de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra (Cochabamba, abril de 2010) de la que estos países fueron protagonistas no hace mención de los combustibles fósiles.
 En diciembre de 2009, el mundo esperaba que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Copenhague (COP-15) proporcionara un principio de solución al calentamiento planetario (1). Pero como era previsible, Copenhague resultó un fracaso; sólo a último momento, los países desarrollados ofrecieron un trato, el mal llamado “Acuerdo de Copenhague”: fijar el tope del incremento de la temperatura promedio del planeta en 2ºC y el del contenido de carbono de la atmósfera en 450 ppm, a pesar de que los especialistas en temas climáticos de esos mismos países afirman que aun si se lograra alcanzar ese tope, la probabilidad de evitar que el calentamiento global aumente desenfrenadamente es de tan sólo el 50%. 
Por esa razón, las conclusiones de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra (CMPCC) convocada por el presidente de Bolivia, Evo Morales, y celebrada en Cochabamba del 19 al 22 de abril de 2010, llaman a “reconocer la necesidad de establecer un límite adecuado al calentamiento global y que (...) existe una probabilidad del 50% de que el daño provocado a la Madre Tierra sea totalmente irreversible”. Como señaló Pablo Solón, embajador de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y organizador de la CMPCC: “¿Quién mandaría a su propia hija en un avión que no tiene más que un 50% de probabilidades de aterrizar? Nadie” (2). En las propuestas de Bolivia y de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) se solicita un abordaje más conservador y holístico. Bolivia ya está sufriendo los efectos del cambio climático, especialmente sequías provocadas por el deshielo de los glaciares. 

Intereses contrapuestos


La fuente primaria de los gases de efecto invernadero son los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Si bien no existen grandes consumidores ni exportadores de carbón en América Latina, el petróleo es una de las principales industrias orientadas a la exportación en las naciones andinas que integran el ALBA. América Latina, en conjunto, es exportadora neta de recursos energéticos. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por su sigla en inglés), en 2007 América Latina produjo 705 millones de toneladas de equivalente de petróleo (3) y exportó 136, de los cuales a Venezuela le correspondieron 184 y 119 respectivamente. Esta cifra, sin embargo, no incluye las exportaciones virtuales de energía utilizada por la minería, la fundición, la industria y la agricultura industrial de la región para la elaboración de productos de exportación. Pero mientras algunos países del ALBA son importantes productores de petróleo, sus niveles de emisiones de CO2 son bajos. 
La explotación de combustibles fósiles plantea entonces una interesante paradoja y un posible conflicto de intereses para los protagonistas del CMPCC miembros del ALBA. Situación que prácticamente no se mencionó en Cochabamba, aunque el 22 de abril, la ministra de Ecuador María Fernanda Espinoza hizo referencia en una conferencia de prensa a una propuesta de gravar el petróleo. En Venezuela y Bolivia, el foco está puesto en la nacionalización de la extracción de petróleo; en Ecuador, en cambio, el foco también está en el cambio climático. La iniciativa Yasuní-ITT, por ejemplo, constituye una innovación: se propone evitar la explotación de reservas de petróleo comprobadas existentes en el subsuelo del Parque Nacional Yasuní. El gobierno de Ecuador buscó financiación y Alemania ha prometido aportar fondos.

 

En ese sentido, en la conferencia de prensa que ofreció en la CMPCC, la ministra Espinoza se refirió al anuncio efectuado por el gobierno de Barack Obama respecto de que suspendería la ayuda prometida de 3 millones de dólares a Bolivia y de 2,5 millones de dólares a Ecuador. Los gobiernos de los dos países latinoamericanos interpretaron esa decisión como una acción punitiva por no suscribir el Acuerdo de Copenhague. En respuesta, la ministra ecuatoriana –experta en políticas ecológicas– anunció irónicamente que “Ecuador le daría a Estados Unidos 2,5 millones de dólares si ese país ratifica el Protocolo de Kyoto”.
El sacerdote Miguel D’Escoto, ex presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, estuvo presente en Cochabamba. Allí, calificó a la CMPCC como “una verdadera inspiración” y “una respuesta a la farsa de Copenhague”. Ademas agregó que no esperaba demasiado de la ONU: “No quiero ser cínico, pero (…) ya no es posible reformar ni emparchar Naciones Unidas, es la organización más importante del mundo con potestad para ayudar a salvar a la especie humana y la Madre Tierra, pero para ello es necesario reinventarla”. 
El Presidente de Bolivia considera, por su parte, que aún debe darse una última oportunidad a Naciones Unidas. El 7 de mayo de 2010, Morales elevó el documento final de la CMPCC a la Secretaría General de Naciones Unidas. que lidera Ban Ki-moon. Éste expresó su satisfacción a Morales respecto de que se hubieran presentado las conclusiones de Cochabamba ante CMNUCC “el único foro universal donde todas las naciones y los pueblos se reúnen para resolver cuestiones climáticas” (4). No obstante Morales advirtió: “Si [el encuentro COP-16 de noviembre de 2010 que se celebrará en] Cancún es como el de Copenhague, Naciones Unidas perderá su autoridad moral frente a los pueblos del mundo”.

Petróleo bueno, petróleo malo


Para que la cumbre COP-16 que habrá de celebrarse en México resulte fructífera, será necesario abordar el tema de la mitigación mediante una combinación de reducción y/o eliminación de gases de efecto invernadero. América Latina tiene un rol clave que cumplir en ambas actividades, en particular a través de mejoras en el uso de la tierra para la agricultura y la silvicultura. Es probable asimismo que Venezuela sea el país latinoamericano que tenga más que perder si reducir las emisiones significa prohibir la explotación del petróleo no convencional.
Los yacimientos de petróleo varían en lo que respecta a la facilidad de acceso y la calidad del mismo, que puede ser convencional o no convencional. El derrame de petróleo ocurrido en el Golfo de México en abril de 2010 y los nuevos yacimientos frente a la costa de Brasil son ambos ejemplos de yacimientos marítimos de difícil acceso. Los que se descubrieron recientemente frente a las costas del sur de Brasil se encuentran situados a profundidades cercanas a los 7 kilómetros. Si bien las consideraciones vinculadas con el cambio climático ponen en cuestión la lógica de explotar yacimientos que entrañan semejante nivel de costos y riesgos, ni el gobierno de Estados Unidos ni el de Brasil tienen previsto suspender la extracción en aguas profundas.
En el caso de Venezuela, la clasificación del petróleo en convencional y no convencional podría revestir suma importancia. Las reservas de petróleo no convencional más grandes del mundo “[...] son las de petróleo extra pesado de la provincia de Orinoco, en Venezuela, y las [...] arenas bituminosas de la Cuenca Occidental del Canadá. Considerados en conjunto, estos recursos del hemisferio occidental son aproximadamente iguales a las reservas identificadas de petróleo crudo convencional de Medio Oriente” (4). Ambos países, por tanto, cuentan con reservas significativas desde el punto de vista estratégico pero contaminantes desde el punto de vista ambiental (5). En tiempos de cambio climático, el hecho de que Venezuela se encuentre situada sobre reservas de crudo no convencional de semejante magnitud seguramente será motivo de preocupación para el presidente Hugo Chávez.
Tanto en el caso de Canadá como en el de Venezuela, la decisión de explotar el crudo no convencional situaría a ambas naciones a la par de los proveedores de petróleo más poderosos del mundo: tal decisión podría significar tanto el auge económico como un desastre natural y, en relación con el cambio climático, la gota que derrame el vaso. Quizás, la pregunta concreta de los gobiernos canadiense y venezolano sea quién habrá de pagarles para que no exploten sus reservas de petróleo no convencional, pero debe recordarse que Venezuela no es un país desarrollado, mientras que Canadá sí lo es.  

Justicia climática


En su discurso ante Naciones Unidas, el presidente Evo Morales afirmó: “Los países desarrollados deben descolonizar la atmósfera para posibilitar una equitativa distribución del espacio atmosférico entre todos los países, según su población”. La “equitativa distribución del espacio atmosférico”, expresión perteneciente a la jerga del cambio climático, remite al derecho a desarrollarse a pesar de que implique contaminar. De acuerdo con la teoría de la justicia climática, el derecho a contaminar también se ve cercenado por la deuda climática histórica: quienes han agotado su espacio atmosférico son los países que históricamente fueron los mayores contaminantes. En consecuencia, naciones como Bolivia, cuya responsabilidad histórica es ínfima, deberían contar con un mayor “espacio atmosférico”. 
La lucha por el “espacio atmosférico” en el seno de Naciones Unidas podría ser un factor decisivo en lo que respecta a determinar si habrá de permitirse que Venezuela explote sus reservas de crudo no convencional en el marco del acuerdo petrolero por 16.000 millones de dólares que acaba de firmar ese país con China para explotar las reservas del Orinoco en forma conjunta; según lo establecido en el convenio, la producción se iniciaría en 2012 (6).



1  Véase el dossier “Ultimátum a la Tierra”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, diciembre de 2009. 
2  Pablo Solón, “Climate headed for crash landing”, The Huffington Post, Nueva York, 8-12-09 (www.huffingtonpost.com). 
3  Véase OECD/IEA, Key World Energy Statistics 2009 (www.iea.org/textbase/nppdf/free/2009/key_stats_2009.pdf).
4  www.onepetro.org/mslib/servlet/onepetropreview? id=WPC-26188 
5  Véase “Incluso caro, el petróleo no es bueno para la ecología”, en El Atlas III de Le Monde diplomatique, Buenos Aires, 2009.
6  http://eleconomista.com.mx/industria-global/2010/04/19/china-venezuela-van-extensas-reservas-crudo-orinoco.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_http://www.eldiplo.com.pe/lucha-por-el-espacio-atmosferico