9 oct. 2010


Perú: una dinámica estrategia de política exterior

por Ignacio Basombrío
Durante los últimos años, la estrategia peruana para participar en el escenario internacional ha experimentado un importante proceso de cambios y de transformaciones. Gradualmente el país ha asumido un nuevo perfil internacional. Sin aspirar a ser reconocido como una potencia media, el Perú ha asumido decisiones oportunas, con interlocutores adecuados, que le han otorgado una característica particular en el marco de la globalización.

Ha dejado, en consecuencia, de ser considerado un actor que forma parte del pelotón calificado en la categoría de “otros países” en el hemisferio, para tener niveles de aprobación en la conducción de los asuntos internacionales y locales, en virtud de los cuales se le considera como un potencial socio en entendimientos de largo alcance y complejidad de instrumentos.
Debe recordarse que el concepto de potencia media adquirió vigencia en los años 70, en un marco de cambios en el escenario internacional, a pesar que éste se encontraba hondamente influenciado por la situación de la bipolaridad. En efecto, los esfuerzos del Movimiento de los No Alineados y del Grupo de los 77, no resultaron suficientes equilibrar la balanza del poder y, por tanto, para fortalecer, sobre la base de nuevos elementos políticos, a los esquemas multilaterales.
De tal manera, sin dejar de reconocer la existencia de vínculos con las naciones tercermundistas, determinados países desarrollaron atributos de poder, en virtud de los cuales se pudieron ubicar en una posición especial, no necesariamente equidistante, de las naciones industrializadas y los países pobres. En alguna medida esas potencias medias tuvieron capacidad para articular núcleos económicos y políticos en sus respectivas zonas de influencia y, de tal manera, distinguirse de otras naciones en desarrollo.
Las potencias medias
El académico alemán Wolf Grabendorff, largamente vinculado con América Latina, efectuó una contribución importante para la definición de las potencias medias, cuando señaló que éstas deben cumplir con requisitos internos previos para obtener el status de potencia regional. Entre otros factores esenciales Grabendorff señala que tales requisitos incluyen (i) un nivel bastante desarrollado de integración nacional, (ii) la existencia de recursos económicos y (iii) la capacidad diplomática del país para reflejar las posibilidades económicas en la utilización coordinada de los instrumentos de política exterior.
En los últimos años, en buena medida como resultado de las modificaciones establecidas en la estructura del Estado, el Perú ha logrado un mayor grado de articulación nacional. Todavía subsisten asimetrías y problemas en la distribución de los niveles de producción pero un análisis objetivo de la realidad demuestra que no es realista considerar actualmente al Perú como un país dual, con los parámetros y criterios utilizados hasta la finalización del siglo XX.
Por otro lado, la sostenida tasa de crecimiento de la actividad económica ha mejorado la posición relativa del país en el escenario regional y mundial, gracias, entre otros elementos, a la apertura comercial y financiera y la explotación racional de los recursos naturales. En base a los dos elementos anteriormente señalados, resulta posible considerar que el Perú ha dado pasos en la dirección correcta para afirmarse como una potencia media. Ahora bien, conforme a la metodología del profesor Grabendorff, se debe tener en cuenta la manera en la cual el país ha proyectado la capacidad nacional en el escenario global.

La política peruana

El proceso peruano contemporáneo se ha producido sobre la base de aproximaciones sucesivas a objetivos predeterminados, con reconocimiento de las realidades globales y de las limitaciones de los acuerdos multilaterales. El interés nacional se refleja en los elementos esenciales de la política exterior, definidos por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Tales aspectos se refieren a un conjunto de asuntos que son esenciales dentro de la agenda global y regional. En consecuencia, el país posee una orientación adecuada en lo que respecta a su presencia y participación en el mundo.
Dentro del contexto anterior, la denominada inserción competitiva ha sido planteada como un objetivo de la política económica interna y, por ende, como un instrumento de la política exterior. El tema no se encuentra plenamente instrumentado en el Perú, conforme lo señaló el profesor Porter, uno de los teóricos de la competitividad. Tal enunciado del experto norteamericano provocó un debate interno, en el cual participaron académicos, empresarios y políticos, para determinar el grado de avance del país en tan importante asunto.
Dentro de los elementos que configuran la estrategia de la política exterior peruana conviene subrayar la prioridad asignada a la inserción estratégica del Perú en los espacios andino, amazónico, sudamericano y latinoamericano. Al respecto determinados sectores críticos de la posición internacional del país, han afirmado que el acercamiento a las principales potencias económicas del mundo ha significado el alejamiento de los compromisos integradores. Sin embargo, los hechos demuestran que, en la visión integral de la política exterior, los países vecinos tienen un espacio prioritario.
Es preciso recordar que el Perú pertenece a aquellos espacios regionales latinoamericanos, lo que determina su aspiración legítima a cumplir un papel dinámico y creativo en la institucionalidad integracionista y cooperativa actual y futura. En consecuencia el país, en cumplimiento de su vocación democrática e integracionista, respeta las diferentes visiones de desarrollo existentes en la región.
La estrategia renovada del Perú para vincularse en términos institucionales y económicos con los principales países del mundo y agrupaciones de Estados, contempla un conjunto de elementos para hacer posible la captación de las inversiones y de fondos de financiamiento, junto con la transferencia de tecnología. Además, el Perú ofrece un mercado interno en expansión, abierto a la competencia y se propone desarrollar nuevas corrientes de comercio exterior.
Los acuerdos de libre comercio, que constituyen la expresión mediante la cual se articula la presencia peruana en el mundo, responden a la decisión política del Estado peruano de participar, de manera activa, en el proceso de globalización para obtener los beneficios derivados de la interdependencia económica y de la expansión de los flujos de inversión y de las corrientes de comercio.

Crisis y continuidad de políticas

La actual crisis económica mundial, originada en los países desarrollados, ha tenido efectos múltiples. En naciones como el Perú, ha sido posible administrar de manera adecuada los problemas de coyuntura entre otros factores por la vigencia de un sistema económico estructurado, abierto al mundo, y que ha permitido mantener la confianza de los agentes económicos, tanto internos como internacionales. De tal forma ha sido posible lograr una tasa positiva de crecimiento durante el año 2009.
En tal orden de ideas fue adecuada la iniciativa peruana de proseguir con las negociaciones para celebrar tratados de libre comercio con otras potencias económicas, como la República Popular de China (a pesar de las reservas y preocupaciones por el modelo económico de ese país), Corea del Sur, Japón y, sobre todo, la Unión Europea.
En términos generales el objetivo nacional que el Perú pretende lograr como resultado de la instrumentación de los tratados de libre comercio, responde al propósito de obtener beneficios compartidos entre las partes. Por ello, se han considerado, siguiendo las concepciones más avanzadas de entendimientos bilaterales y multilaterales, elementos diversos tales como las garantías de las inversiones, la apertura de los mercados, el desarrollo y el aporte tecnológico, la protección ambiental, el desarrollo sustentable y la dimensión social.
Como consecuencia de tales tratados, la estructura del Estado peruano y las políticas corporativas de las empresas deben adecuarse a estándares más elevados y complejos, que son los vigentes en los países con los cuales se han celebrado los TLC.
De tal manera, un efecto colateral, pero extremadamente significativo, de la puesta en vigencia de tales instrumentos, considerados por algunos sólo de naturaleza comercial o económica, corresponde al cambio del sistema institucional y, por ende, de la estructura democrática del país. Una reflexión, para efectos de evaluar la estrategia observada en el proceso negociador con terceros países, consiste en destacar la prioridad otorgada al logro de entendimientos con el mayor número posible de socios. Tal objetivo ha sido cumplido. La segunda etapa, sin duda compleja, es lograr el salto cualitativo que haga posible el cambio estructural de la economía, de la sociedad y de las instituciones del Perú, para superar los elementos limitantes para lograr incrementar la eficiencia, la inclusión social y económica y la equidad en el país.
Finalmente, en el caso de los países sudamericanos, además de los compromisos integradores en materia económica y comercial con la mayor parte de éstos, el Perú ha comprometido esfuerzos de naturaleza política con su activa participación en UNASUR y, además, en el impulso otorgado a la Comunidad Andina, al diseñarse una nueva estrategia, acorde con la realidad de la unidad en la diversidad y los problemas de la coyuntura económica vigentes en las naciones andinas.


*Editor asociado de Le Monde diplomatique, edición peruana.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/per%C3%BA-una-din%C3%A1mica-estrategia-de-pol%C3%ADtica-exterior