24 feb. 2011


Primeros balances del segundo Alanismo

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Como es usual, en todo período electoral hay dos desfiles. El primero y más bullangero, es el de las propuestas de gobierno, cuando los candidatos se acuerdan que eso es lo esencial en las campañas. El otro, más silencioso, pero también fundamental, es la evaluación del gobierno saliente, en este caso, del segundo período alanista (en realidad, es difícil denominarlo aprista porque poco o nada se parece a los principios originales que Haya de la Torre planteó para su organización política). De ese desfile de balances, comparto con ustedes un par de opiniones que extraigo de un recuento mayor aparecido en el número 204 de la magnífica revista Ideéle.
El Estado ausente.- ¿Qué sucedió en el 2010 que nos permita visualizar lo que nos depara el próximo año? Acá una selección arbitraria desde los ojos de un economista dedicado al periodismo; o, mejor dicho, desde los ojos de un periodista que alguna vez estudió Economía.
1. Si el 2009 la crisis internacional logró frenar el explosivo crecimiento económico que había comenzado a registrar el Perú, fue sobre todo porque las matrices de las transnacionales con operaciones en el Perú ordenaron paralizar inversiones. Sus ejecutivos en el país estaban en desacuerdo, porque percibían que al Perú no lo paraba nadie, pero la decisión vino de fuera.
Lo que ha sucedido con las inversiones y el crecimiento económico en el 2010 es una confirmación de que pasado lo peor en el ámbito internacional (por lo menos en el corto plazo), el sector privado ha tomado una velocidad de crucero que ni las elecciones presidenciales de abril detendrán, ceteris paribus, en las preferencias electorales. Con Asia creciendo a los niveles que lo viene haciendo, tenemos para cinco años más de un crecimiento explosivo.


2. Si bien la construcción, el comercio y las agroexportaciones se han convertido en actores relevantes de este boom y le están dando una nueva cara y soporte a la economía, parte importante de los recursos que están detrás de todo este auge y del crecimiento de la demanda interna sigue proviniendo de la minería. Hay quienes consideran que el proceso de darle valor agregado a nuestra producción ya ha comenzado, pero es tan incipiente y aislado que, en el conjunto, seguimos siendo una economía primario-exportadora. Se puede decidir ver el crecimiento de nuestras exportaciones no tradicionales y creer lo primero, o mirar la estructura de las exportaciones totales y creer lo segundo. El vaso medio lleno o medio vacío. Lo concreto es que con esta estructura productiva nada aún está asegurado; así no llegaremos muy lejos. Lo único seguro en este momento es que los recursos para la explotación minera continuarán llegando. Las noticias sobre las inversiones en este sector y sobre las mineras juniors han abundado el 2010, y el 2011 seguirán haciéndolo y sorprendiendo.


3. En relación con lo anterior, inevitable mencionarlo: educación, innovación, ciencia y tecnología. No estuvieron en el primer nivel de prioridades en las recomendaciones de Porter al país en la CADE de noviembre último, donde la seguridad y la corrupción aparecían primeras en la lista de tareas pendientes. Estas prioridades de Porter merecen desde ya una atención especial, pero asumiendo que en este espacio nos estamos refiriendo “estrictamente a lo económico”. En la lista arriba mencionada está la clave para que demos el gran salto hacia una economía desarrollada, inclusiva, sostenible. El 2010 se vieron “avances” solo en la toma de conciencia respecto de lo vital de estos puntos. Pero lo concreto es que no hemos avanzado mucho, en realidad nada. Solo en julio del 2011, cuando asuma el nuevo gobierno, podremos ver si en el siguiente lustro tendremos una política de innovación, ciencia y tecnología que nos permita sentar bases sólidas para un crecimiento económico sostenido, y una política educativa que, además de lo anterior, nos transforme en una sociedad más justa y con igualdad de oportunidades para todos. Por el momento, el vaso está casi vacío.


4. Además de las inversiones privadas, el pulmón principal de lo que viene sucediendo en el país proviene de un conjunto de esfuerzos individuales que, sea desde el ámbito privado (principalmente), sea desde el público, están haciendo posible este despertar. Gastón Acurio desde Apega, Ricardo Briceño desde la CONFIEP, Carlos Paredes desde Sierra Productiva, son solo algunos ejemplos. En este sentido, un hecho clave del 2011 al que hay que prestarle toda la atención es la elección del presidente de CONFIEP, que se producirá en marzo. La diferencia o distancia entre la capacidad y el rol que ha jugado Ricardo Briceño en la CONFIEP, y el de sus predecesores más recientes, es abismal. Un retroceso en el perfil del próximo presidente de la CONFIEP implicaría un retroceso en la construcción de una clase empresarial moderna y en el proceso de fortalecimiento institucional del sector privado descentralizado que con mucha visión ha iniciado Briceño.


5. Los conflictos sociales. El problema de fondo sigue latente. Detrás de cada historia de poblaciones que se levantan para protestar por tal o cual inversión privada, el patrón es el mismo: falta de conocimiento, de comprensión y de respeto por la realidad social en la que el actor privado se va a insertar. A ello se suma un Gobierno Central generalmente parcializado con la gran inversión privada, hasta que algún paro o toma de carretera amenaza con desestabilizarlo. No hay una estrategia efectiva, ni la habrá hasta que el punto de partida no deje de ser “yo tengo la razón, vamos a ver cómo convencemos a estos ignorantes”. Hay casos exitosos, cuyo estudio y difusión podrían ayudar a lograr una convivencia más armoniosa entre las empresas y la sociedad.


6. Seguimos firmando tratados de libre comercio, pero no sabemos necesariamente para qué, aunque algunos crean que sí. No tenemos una estrategia económica, comercial, política, con el mundo. Para muestra un botón: Brasil. Inambari, el proyecto de irrigación que empresas de ese país buscan construir en la selva peruana, es el ejemplo más cercano para nosotros de cómo Brasil sabe claramente dónde va y qué es lo que quiere (en general lo ha mostrado todo el 2010 en diferentes foros internacionales), mientras que en el Perú, cual niño que se calma con un chocolate, básicamente nos dejamos impresionar con todo aquello que esté bajo el título de inversión privada, y si es por cientos de millones, ya para qué pensarlo: quien lo hace es un antisistema. No hay indicios de que esto cambiará en el corto plazo, pero nuevamente julio será el momento clave para saber si podemos o no ilusionarnos con un nuevo gobierno, uno con visión y ambición.


7. Una internacional relacionada con lo anterior. La reunión del G-20 de mediados de noviembre del 2010 ha marcado un nuevo punto de referencia en lo que serán las relaciones de poder en el mundo en los siguientes años. Con las secuelas que la crisis dejará en los Estados Unidos, China debe convertirse en la primera potencia económica del mundo hacia el 2020 (el 2010 se ubicó ya en el segundo lugar, desplazando a Japón), pero ya está haciendo sentir su peso internacional. En esa cita logró contener las presiones —sobre todo— estadounidenses para apreciar su moneda, es decir, para que la salida a la crisis pase sobre todo por su ámbito de decisiones, mientras Estados Unidos sigue sin asumir el costo que le toca pagar. Digamos que China ya casi tiene la sartén por el mango, y ésta es una realidad que no podemos dejar de tener en cuenta en un mundo globalizado Al igual que con Brasil, y por más que andemos firmando TLC con toda Asia, no podemos afirmar que el Perú tenga una estrategia de integración. Brasil sabe qué quiere del Perú, China también; ¿sabemos nosotros lo que queremos de ellos?


El Perú está viviendo un proceso de transformación radical, difícil de conmensurar y comprender, aunque igual de difícil sea saber dónde nos llevará. Somos un país en el que las cosas parecen suceder casi “por arte de magia” (algunos dirán por “el libre mercado”). Pero no basta. El gran ausente en los temas prioritarios de la agenda por realizar sigue siendo el Estado. Solo en julio del 2011 podremos saber si el siguiente lustro será diferente, si el 2016 estaremos en capacidad de afirmar que estamos verdaderamente enrumbados. Ojalá nos alcance el tiempo. (David Rivera)


Toda repetición es una ofensa.- Acaso el dato más importante de este año haya sido esta ecuación, aún sin resolver, que combina un alto crecimiento económico con una baja aprobación política presidencial. Y si bien esto tiene explicaciones como los escándalos de corrupción, el alza de precios, la falta de trabajo decente y los bajos salarios e ingresos de la población, lo cierto es que esta suerte de estilo fujimorista del presidente Alan García —que consiste en establecer como vínculo principal con la sociedad las obras— no ha funcionado. El Gobierno ha dicho que ha inaugurado decenas de miles de obras en todo el país, pero parece que la población considera que esto no es suficiente para establecer lo que podemos llamar una lealtad política y electoral con el mismo Gobierno.


El mejor indicador de ello son los resultados de los últimos comicios regionales. El APRA solo ha ganado un Gobierno Regional (La Libertad) y ha vuelto a perder el de Trujillo. También se puede decir que al resto de partidos nacionales, en especial al PPC, tampoco les ha ido bien, más allá de los meritorios triunfos, por cierto, del Partido Nacionalista (PNP) en Cuzco y Arequipa. Se puede argumentar que la importante victoria de Fuerza Social (FS) en Lima abre una esperanza, pero esa esperanza tomará tiempo en madurar y tendrá que enfrentar la prueba ácida de las elecciones presidenciales.


El otro dato de las elecciones regionales es que a los nuevos “partidos nacionales” —Alianza para el Progreso (APP) y Somos Perú (SP)— no les ha ido tan mal. Sin embargo, dudo mucho de que ambas fuerzas puedan ser calificadas de tales. APP es, antes que un partido, una máquina electoral que recluta líderes regionales gracias a su poder económico, y SP es una suerte de partido municipal que no ha podido, hasta ahora, ingresar en las ligas mayores. La mejor demostración de ello es que ambas organizaciones han tenido que establecer alianzas por su evidente dificultad para enfrentar, como partidos nacionales, las próximas elecciones. En la misma línea podemos ubicar al Movimiento Nueva Izquierda (MNI), al Partido Humanista (PH), Acción Popular (AP), al Partido Popular Cristiano (PPC), a Renovación Nacional (RN) y a otros grupos menores.


Vinculado a este hecho, los movimientos regionales —que han jugado un papel destacado en las últimas elecciones— no tienen potencial y capacidad, salvo en sus propias regiones, para convertirse en reales opciones frente a los llamados partidos nacionales. Se puede concluir, por lo tanto, que la crisis de representación, la poca institucionalidad de los partidos, su fragilidad y su escasa conexión con la sociedad seguirán su curso, y que todo eso será un factor importante que estará presente en las próximas elecciones.


Sin embargo, sería un error pensar que todo ello —y me refiero particularmente a la crisis de representación— encontrará una solución en las elecciones presidenciales. Si se observa bien cómo están marchando —sobre todo en cuanto a candidaturas— se puede constatar que lo más probable es que tengamos una gran dispersión política. Por ejemplo, hay cinco candidaturas de derecha: Luis Castañeda (Solidaridad Nacional), Mercedes Aráoz (APRA), Alejandro Toledo (Perú Posible), Keiko Fujimori y este conglomerado de agrupaciones que acaba de lanzar a Pedro Pablo Kuczynski a la Presidencia, en el que destaca el PPC. Saber qué diferencia a todas ellas supondría un ejercicio de alta política que difícilmente la mayoría de electores estamos en capacidad de hacer. Lo más probable, en este contexto, es que las campañas electorales de todos estos grupos tendrán como características: a) levantar el llamado continuismo económico neoliberal; b) desarrollar campañas básicamente mediáticas que girarán en torno al candidato; y, c) emplear la guerra sucia como principal arma electoral sobre todo contra los candidatos progresistas. Esperar propuestas o debates programáticos serios en este sector sería un error.


En la otra orilla —me refiero al campo progresista— las cosas aún no están claras. Lo más probable es que tengamos más de un candidato. Lo que demostraría que la irracionalidad política no es patrimonio exclusivo de la derecha. Cuando la derecha se divide, como hoy sucede, la izquierda (incluyo al nacionalismo), en lugar de aprovechar la oportunidad e ir unida para tentar seriamente el triunfo, repite la vieja historia de la división.
Me parece que todos estos hechos muestran que los próximos comicios presidenciales, por el nivel de dispersión electoral y fragmentación política, serán una lucha encarnizada entre un conjunto de minorías políticas. Eso, creo, ha sido el patrón de estos últimos años y del cual hasta ahora no hemos podido salir.


Por eso, cuando me preguntan: "¿Qué nos dice el 2010 del 2011? ¿Qué sacamos en claro de lo que hemos visto en este año y cómo repercutirá en el próximo? ¿Vamos bien? ¿Vamos mal? ¿O simplemente vamos?", respondería que lo más probable es que solo "vamos", con un añadido: la guerra sucia que la derecha desarrollará en esta campaña contra las fuerzas progresistas alcanzará, acaso, niveles nunca vistos. El problema es que la alta conflictividad que se vivirá en estas elecciones no tendrá como salida una nueva representación política capaz de crear nuevos marcos institucionales para encauzar esta conflictividad. La otra cara, cuando existe una crisis de representación, es una conflictividad sin solución, más allá de que esta misma conflictividad sea el mejor escenario para crear una nueva representación. Estamos, nuevamente, desaprovechando una oportunidad.
Y si bien no creo que la unidad sea el elíxir para ganar estas elecciones, considero que en estos tiempos de división de la derecha, es el mejor camino para crear una nueva representación progresista en el país y salir de ese eterno y caótico "vamos". (Alberto Adrianzén)

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://blog.pucp.edu.pe/item/125461/primeros-balances-del-segundo-alanismo

19 feb. 2011


¿La década de América Latina?

¿Será 2011 el principio de la década Latinoamericana?'', preguntaba el titular de un webcast de la calificadora Standard & Poor's que despertó mi curiosidad la semana pasada. Cuando lo vi, me pregunté si la compañía de calificación crediticia estaba soñando despierta, o si yo me estaba perdiendo la historia económica más importante de la región.
De hecho, pese a la opinión generalizada en círculos financieros de que este será ``el siglo de Asia'', el video de Standard & Poor's es sólo el último de varios informes optimistas sobre las economías latinoamericanas que han salido a la luz en los últimos meses. De repente --y aunque no tanto como China e India-- Latinoamérica se está poniendo de moda entre los economistas internacionales.
Un reciente informe del Banco Mundial titulado ``Latinoamérica: más allá de bonanzas y crisis'', sugería que posiblemente veamos una nueva era de estabilidad económica y crecimiento en la región. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) prevé que la región crecerá al menos un 4.2 por ciento este año, tras haber crecido un 6 por ciento el año pasado, lo que representa un desempeño bastante bueno comparado con los índices de crecimiento de EEUU y Europa.
La semana pasada, en una conferencia en la Universidad de Miami, Alejandro Foxley, el respetado director del centro de estudios CIEPLAN y ex ministro de finanzas y de relaciones exteriores de Chile, pronosticó que varios países latinoamericanos pasarán a formar parte de las economías avanzadas alrededor del 2020.
``Probablemente veremos a Uruguay y Chile entre las economías avanzadas en los próximos 10 o 15 años, y a países como Brasil, Argentina, México y eventualmente Colombia en los próximos 15 o 20 años'', me dijo Foxley en una entrevista posterior. ``Esa es una masa crítica importante''.
El webcast de Standard & Poor's señalaba que varios países latinoamericanos han sido elevados a la calificación de ``nivel de inversión'' recientemente. Mientras que hace dos años sólo Chile y México gozaban de ese estatus en la región, desde entonces Brasil, Perú y Panamá se han unido a ellos, y posiblemente muy pronto se les una también Colombia, dice la empresa calificadora.
El crecimiento de Latinoamérica no se debe únicamente al boom chino de importaciones de materias primas de la región, dijeron los economistas de Standard & Poor's. El porcentaje de pobres en Latinoamérica ha disminuido desde el 48 por ciento de la población de la región en 1990 al 32 por ciento de la población en 2010, lo cual genera una clase media más grande que ayuda a fomentar el crecimiento interno y hace que los países sean menos vulnerables a los shocks externos, explicaron.
Sin embargo, los escépticos pintan un cuadro menos optimista del futuro de la región. Latinoamérica está creciendo a menos de la mitad de los índices de China o India; los índices inflacionarios de Venezuela y Argentina alcanzan alrededor del 30 por ciento; el índice de criminalidad en México, Centroamérica y Venezuela está alcanzando cifras récords; los niveles de calidad de educación e innovación de la región se están quedando rápidamente atrás de los del resto del mundo, y gran parte del crecimiento latinoamericano se basa en los precios mundiales de las materias primas, que podrían derrumbarse si la economía China se desacelera.

Durante los últimos diez años, la dependencia latinoamericana de las exportaciones de materias primas ha crecido del 27 al 39 por ciento, según la CEPAL. En lugar de diversificar sus exportaciones y de producir artículos cada vez más sofisticados, la mayoría de los países de la región están exportando materias primas, como en las épocas de la colonia.
Según el nuevo ``Ránking de Competitividad Global'' que acaba de sacar a luz el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, salvo Chile y Barbados no hay ningún otro país latinoamericano o caribeño entre las 50 economías más competitivas del mundo !!BEGIN TAG!! a16 !!END TAG!! .
Mi opinión: A pesar de la nueva estabilidad económica y política en países como Brasil, Chile y Perú, gran parte del entusiasmo de los economistas internacionales sobre Latinoamérica es un fenomeno de optimismo por descarte. La economía de Estados Unidos no termina de despegar, Europa está estancada, el Medio Oriente está que arde, y los economistas están tratando de encontrar rayos de luz donde puedan.
América Latina está pasando por un momento relativamente bueno, en gran medida por factores externos. Ojalá me equivoque, pero si los países no se ponen las pilas para mejorar rápidamente sus niveles educativos y diversificar sus exportaciones, éste no será ``el principio de la década latinoamericana''. Con suerte, será el principio de una era de prosperidad para unos pocos países que están empezando a apostarle a la innovación, y los dos o tres últimos años de un ciclo de crecimiento generado por condiciones externas favorables para la mayoría de los demás.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.elnuevoherald.com/2011/02/06/882194_p2/la-decada-de-america-latina.html#ixzz1DwaM1P5A

18 feb. 2011


Del G-20 al G-Cero

Mundo
Nadie lidera ese "mundo del G-Cero".
Ya tuvimos el G-5, G-7, G-8, G-8 más 1 y G-20. Pero ahora, según dos líderes de las ciencias políticas y la economía internacionales, vivimos un nuevo orden mundial que denominan "el mundo del G-Cero".
Como le dijo a BBC Mundo uno de esos dos expertos, Ian Bremmer, experto en Ciencias Políticas y presidente de la firma consultora Grupo Eurasia, a raíz de la crisis financiera, Estados Unidos ya no es el líder de la economía global, y ninguna otra nación, o grupo de naciones, tiene el peso político y económico para sustituirlo.
Y en lugar de un foro para el compromiso, el G-20 se avizora como campo de batalla entre las naciones que lo componen.
Esa tesis la expusieron Bremmer y Nouriel Roubini, profesor de Economía en la Universidad de Nueva York, en EE.UU., y presidente de la consultora RGE Monitor, en un artículo publicado por la revista especializada Foreign Affairs.
Pero ya la habían adelantado en el Foro Ecónomico Mundial de Davos de este añoen el que la tesis generó una amplio debate.

¿Era de incertidumbre?

Lo que sostienen Bremmer y Roubini es que el Grupo de los 20 países industrializados y emergentes "está en camino a la obsolescencia y el mundo está en un punto n el que ni un solo país ni un bloque de países serán capaces de conducir un programa internacional".
Vivimos un nuevo orden donde no hay liderazgo y es la primera vez que experimentamos algo así en muchísimo tiempo
Ian Bremmer, Grupo Eurasia
En opinión de los expertos, "el grupo ampliado de las principales economías ha pasado de un posible concierto de las naciones a una cacofonía de voces" que ha minado la cooperación económica internacional y avizora conflictos económicos y la posibilidad de una nueva crisis global.
Según ellos, Estados Unidos carece de recursos para continuar asegurando un marco necesario de seguridad en el que prosperen el libre mercado, el libre comercio y la movilidad del capital mientras que Europa está totalmente ocupada en sus problemas financieros y Japón está atado a complejos problemas políticos y económicos nacionales, con lo cual "un G-3 de los Estados Unidos, Europa y Japón no es una alternativa viable".
China, entretanto, no tiene interés en aceptar las cargas que vienen con el liderazgo internacional, y el resto de los países emergentes se ha visto enfrentado con los desarrollados "en temas de vital importancia, como la coordinación macroeconómica internacional, la reforma de regulación financiera, la política comercial y el cambio climático".

¿Llamado de guerra?

¿El resultado?: la prolongación de una era de incertidumbre que se traducirá en conflictos, proteccionismo y guerras comerciales.
Los presidentes de EE.UU., Barack Obama, y China, Hu Jintao
No se descarta un G-2 "efectivo" entre Estados Unidos y China.
Precisamente muchas de las voces críticas de la tesis de Bremmer y Roubini dicen que la idea del "mundo del G-Cero" es un "llamado a la guerra económica", como la definió Laurence Parisot, la presidenta de la principal organización patronal francesa (la MEDEF, por sus siglas en francés).
En declaraciones a BBC Mundo, Ian Bremmer se defendió expresando: "Yo no creo que un mundo del G-Cero sea bueno, pero yo no soy un político sino un científico de la política, y es importante que entendamos el mundo circundante como es y no como quisiéramos que fuera".
Bremmer añadió: "Es bueno que hayamos creado el G-20, el cual refleja aspiraciones, pero que no es un foro efectivo y puede que nunca lo sea. La única manera de que del G-20 sea efectivo es que establezca expectativas a un nivel razonable y que no nos engañemos, que no hablemos de una cooperación global que no está ocurriendo. Tenemos problemas con el clima, con el comercio, con la moneda, y no se están solucionando".

¿Hay solución?

La única manera de que del G-20 sea efectivo es que establezca expectativas a un nivel razonable y que no nos engañemos
I. Bremmer
Con respecto a las soluciones, otra de las críticas a la tesis de Bremmer y Roubini es que "censura pero no propone remedio", como manifestó Il Sakong, el jefe del comité organizador de la cumbre del G-20 en Corea del Sur.
"La solución comienza con la comprensión de en qué situación nos encontramos -le respondió Bremmer en BBC Mundo-. Mi primera sugerencia es establecer objetivos de alcance modesto centrados en metas que sean posibles. Y luego sostener conversaciones honestas".
Los europeos, por ejemplo, "son honestos acerca de la actual situación en la que se encuentran y en que reequilibrar la balanza requerirá pagar un alto precio y se sabe quiénes tendrán que pagar las facturas".
Igual que en la Unión Europea, "a nivel global se requiere un ejercicio de calibración, en el que el mundo desarrollado no podrá seguir consumiendo como lo ha hecho; el dólar estadounidense no continuará siendo la moneda global, la moneda de reserva como lo ha sido. Pero hemos carecido de honestidad".

¿Y el futuro?

Sobre su visión del futuro, Bremmer estimó que "el G-Cero no es sostenible y en la medida en que veamos conflictos globales que no se solucionan aumentará la necesidad de liderazgo".
Y dijo que "lo más probable es que se generen asociaciones regionales más fuertes, lo que se está viendo en los estados del Golfo Pérsico, en Eurasia con una Rusia más importante y en una América del Sur con un Brasil como ente nuclear más coherente".
Lo más probable es que se generen asociaciones regionales más fuertes, lo que se está viendo en los estados del Golfo Pérsico, en Eurasia con una Rusia más importante y en una América del Sur con un Brasil como ente nuclear más coherente
I. Bremmer
Incluso podría verse en cuestión de una década un G-2 efectivo entre Estados Unidos y China, en caso de que China desarrolle su economía de una manera exitosa y Estados Unidos reduzca el proteccionismo. Si eso no ocurre, quizás los países desarrollados cooperen de una manera más cercana para defender el viejo orden liberal".
Aunque la clave, añadió "estará en lo que pase en Asia con respecto a la integración económica, a la integración en materia de seguridad, y con China e India probablemente cada vez más en competencia".
En resumen, "en los próximos años el G-Cero se volverá más problemático, pero al final como mecanismo no podrá mantenerse. Lo único cierto ahora es que vivimos un nuevo orden donde no hay liderazgo y es la primera vez que experimentamos algo así en muchísimo tiempo", concluyó Bremmer.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/02/110214_mundo_g_cero_orden_mundial_bremmer_roubini_2.shtml

17 feb. 2011


Ciudades inteligentes

 Castor Ex Machina,  Ciudades inteligentes

Las ciudades modernas en las que vivimos, amamos y odiamos son consustanciales con el industrialismo. Nuestras ciudades funcionan siguiendo los ritmos de la industria: todas las mañanas la masa trabajadora se desplaza hacia sus centros de trabajo, para más tarde emprender regreso a sus hogares. De allí la infame “hora punta”, cuando la masa trabajadora se mueve al unísono de su casa al trabajo, o viceversa.
Sin embargo, a pesar de que nuestras actividades muchas veces ya no son industriales y modernas, seguimos viviendo industrial y modernamente. Con el surgimiento de una economía de la información, muchos de nuestros trabajos no consisten en mover o trabajar con “cosas”, sino que nos dedicamos muchas veces al movimiento y la transformación de información para ganarnos la vida – algo que en los últimos años se ha vuelto mucho más sencillo y eficiente de hacer.
¿Qué necesidad tenemos, de entrar todos a trabajar a la misma hora, o de salir al mismo tiempo? ¿Qué necesidad existe de “ir a la oficina”?. En cada vez más países y organizaciones, los trabajadores están obteniendo la posibilidad de trabajar en horarios o condiciones flexibles – de 11 a 7 en lugar de de 9 a 5, o trabajando uno o dos días por semana desde casa, por ejemplo – porque encuentran que su trabajo no requiere de una estricta presencia física en un horario determinado, y estos pequeños cambios mejoran enormemente su calidad de vida. Por lo mismo, las empresas están encontrando que estos trabajadores, muchas veces, resultan más productivos.
Podemos hoy trabajar de manera más inteligente y ajustarnos mejor a las condiciones de vida que permite la ciudad electrónica. La ciudad puede dejar de ser ese espacio que nos dirige y determina, para ser un espacio que configuramos y utilizamos en función a nuestros propios intereses y necesidades.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/ciudades-inteligentes

16 feb. 2011

Las palabras en la vida; la vida de los relatos.

Mitologías
Tenemos una relación ambivalente con los mitos y, en general, con la narrativa oral. Por una parte, nos gusta escuchar historias fantásticas que tratan sobre las peripecias de diversos personajes, y les otorgamos una cualidad educativa a los relatos. Por otro lado, queremos cazarlos y desenmarañarlos para equipararlos con la mentira. Y quizás es este último sentido el que prima en nuestros ámbitos cotidianos: el mito y la narrativa oral, como una mera ficción; como falsedad.
Propongámonos tomar una distancia crítica del sentido común y señalemos que el mito es un tipo de lenguaje que, a través de su forma, enuncia una ideas sobre determinados aspectos de la vida social. No busquemos destruir los mitos, sino comprender qué se dice a través de ellos; para quiénes han sido enunciados, y quiénes enuncian ese algo a escudriñar.
El mito es una episteme; una forma de conocimiento. No es, como solemos creer, una mera ficción. Tampoco es un tipo de relato que forma parte de la narrativa oral, pues también puede expresarse a través de la palabra escrita y de imágenes. Es la trama, la urdimbre de una historia que produce una reflexión o una catarsis, puesto que son mímesis de los hombres y su tiempo.
Pues bien, lejos de todo aliento “destructor”, empecemos a comprender y a dar cuenta de los mensajes que son enunciados a través de las distintas narrativas orales, escritas y visuales.
Exploremos las mitologías y pensemos -desde las palabras, las imágenes y el cuerpo- los relatos que abordan temas medulares de nuestras vidas: el tiempo, el espacio, la persona, lo político, la otredad, la mismidad, el amor, la violencia, la vida y la muerte. Como dijera Heidegger a propósito de un poema de Stefan George: que no sea donde falta la palabra.
Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/las-palabras-en-la-vida-la-vida-de-los-relatos

15 feb. 2011


El desarrollo y los intervalos diferenciales de Lévi-Strauss

por Claude Guislain
Intervalos Diferenciales
Hablar de desarrollo en una sociedad multicultural es menos sencillo de lo que se cree. En 1952, como parte de una campaña contra el racismo, la UNESCO publicó un pequeño ensayo del célebre antropólogo francés Claude Lévi-Strauss titulado “Raza e Historia”. Argumentando que la noción de Progreso es relativa a los valores propios de cada sociedad el padre del Estructuralismo defiende impecablemente que sin una colaboración entre culturas diferentes, las grandes revoluciones de la humanidad habrían tenido infinítamente menos probabilidades de realizarse.
 
La sociedad occidental, por ejemplo, mide el progreso de los pueblos según la cantidad de energía e información disponibles por habitante. Por su parte, el impresionante desarrollo incaico, sin escritura ni rueda, nos dejó la mayor diversidad de alimentos que ningún otro pueblo logró obtener. Pero si se consideraran como progreso a los niveles de espiritualidad, seguramente la India sería considerada la sociedad más desarrollada. Los problemas suelen comenzar cuando una sociedad decide imponer sus propios parámetros de medida para comprender al Otro. Esto es una forma de etnocentrismo que muchas veces es fundamento del racismo. Sin embargo,“todo progreso cultural - afirma Lévi-Strauss - es función de una coalición entre las culturas” que es más fecunda mientras mayor diversidad exista entre ellas.
Los “intervalos diferenciales” hacen referencia a las estrategias de las civilizaciones - conscientes o no - para mantener ciertas distancias culturales en sus niveles más fecundos. La revolución industrial y el progreso capitalista favorecieron las diferencias socioeconómicas dentro de las sociedades y el colonialismo buscaba la diversidad sometiendo a otros pueblos, pero a largo plazo la tendencia va hacia la homogeneización cultural y, por ende, las posibilidades de avances significativos se van reduciendo.
La verdadera cuestión sería la de cómo mantener e integrar al máximo nuestra diversidad en una verdadera estrategia de desarrollo justo.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/el-desarrollo-y-los-intervalos-diferenciales-de-l%C3%A9vi-strauss

14 feb. 2011


El desafío peruano

 

EL INFORME DE ANDRES OPPENHEIMER

Durante una visita a Perú hace unos meses, varias personas me dijeron que el país estaba en buen camino y que --a diferencia de lo que ocurre en otros países-- las próximas elecciones no serán ganadas por un candidato populista, sino por un político de centro-derecha. Al principio, tuve mis dudas, pero todo parece indicar que así será.
Esta semana, el presidente peruano Alan García dijo públicamente lo que yo había escuchado en conversaciones de sobremesa en Lima: que a diferencia de lo ocurrido en las últimas elecciones, cuando el candidato respaldado por Venezuela Ollanta Humala estuvo cerca de ganar la presidencia, esta vez no hay ningún candidato populista entre los favoritos para ganar las elecciones del 10 de abril.
``Se acabo el peligro", dijo García, refiriéndose a la posibilidad de que la apertura económica de Perú, que ya lleva 20 años, pudiera ser revertida. ``Cualquiera de los que aparentemente tienen ventaja podrá y deberá mantener lo sustantivo del modelo exportador, descentralista, democrático y de inversión en nuestro país''.
Todas las encuestas coinciden en que más del 80 por ciento de los peruanos apoyan un ``modelo de desarrollo modernizador, democrático y globalizado'', dijo García.
En efecto, las últimas encuestas revelan que el ex presidente Alejandro Toledo es el favorito, con alrededor del 30 por ciento de la intención de voto, seguido por Keiko Fujimori, la hija del ex presidente Alberto Fujimori, y el ex alcalde de Lima Luis Castañeda, con una intención del voto de alrededor del 20 por ciento cada uno. Los tres son políticos de centro-derecha.
Humala ha quedado en un distante cuarto puesto en las encuestas, con alrededor del 11 por ciento de la intención del voto. Y lo que es más significativo aún, Humala ha tenido que suavizar considerablemente su discurso desde las últimas elecciones.
¿Por qué los peruanos respaldan a candidatos de centro-derecha? En gran medida se debe a 20 años de estabilidad económica y creciente inserción en la economía global que han dado resultados, sacando a un significativo número de peruanos de la pobreza.
Ahora hay una masa crítica de votantes de clase media que se han beneficiado de las dos décadas de apertura económica, y que apuestan a la continuidad. La economía de Perú creció un 8.8 por ciento en el 2010, y tuvo una inflación inferior al 2 por ciento.
Según las estimaciones del Banco Mundial, los índices de pobreza de Perú han disminuido del 54 por ciento al 35 por ciento de la población en la última década. Y García pronosticó que el índice de pobreza disminuirá al 28 por ciento para fin de año.
La actual campaña presidencial en Perú no gira en torno a qué modelo económico debería adoptarse en el país, sino en torno a cómo perfeccionar el modelo actual. No resulta sorprendente que el eslogan de Toledo --que aparece en carteles por todo el país-- sea: ``Con Toledo, al Perú no lo para nadie''.

Pero lo cierto es que Perú todavía no ha salido del pozo. Aunque los recientes presidentes del país merecen crédito por haber mantenido el rumbo y mejorado las cosas, una parte de la estabilidad económica y política del país fue cuestión de suerte. Económicamente, Perú se ha beneficiado del alto precio de las materias primas. Y políticamente, los candidatos de centro-derecha se han beneficiado de la popularidad de Keiko Fujimori en las zonas rurales, que le ha quitado votos a Humala.
Más importante aún, tal como me lo señaló el empresario y escritor Ben Schneider, Perú enfrenta una nueva amenaza: la complacencia. Muchos peruanos creen, equivocadamente, que el país puede seguir creciendo y reduciendo la pobreza sin nuevas reformas económicas y educativas, explicó.
Mi opinión: Estoy de acuerdo. El crecimiento de Perú no será duradero si el país no toma medidas para mejorar sus niveles de educación, tecnología e infraestructura, para ser más competitivo a nivel mundial.
Según el Ranking de Competitividad Global publicado el mes pasado por el Foro Económico Mundial, Perú ocupa el puesto 73 entre 139 países, más de 40 puestos por detrás de Chile.
En el último examen PISA para medir la competencia de los estudiantes de 15 años en interpretación de textos, matemática y ciencia, Perú ocupó el puesto 63 entre 65 países. Entre los países latinoamericanos que participaron, Perú quedó de último.
En materia de patentes de invenciones, Perú registra apenas 1 patente por año en la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos. Corea del Sur, comparativamente, registra 8,800 patentes por año.
Perú merece crédito --como Chile, y más recientemente Brasil-- por apostar a la estabilidad económica y a las inversiones. Pero para derrotar definitivamente la pobreza, quien gane las elecciones deberá vencer el síndrome de la complacencia, y mejorar estas cifras alarmantes

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.elnuevoherald.com/2011/02/10/884246/el-desafio-peruano.html#ixzz1DwVhoTiW

12 feb. 2011


EL MODELO NEOLIBERAL EN EL CANDELERO

Sinesio López Jiménez
La campaña recién empieza, pero García ya canta una victoria anticipada del modelo neoliberal y de sus defensores en las elecciones generales: “Se acabó el peligro, cualquiera de los que aparentemente tiene ventaja podrá y deberá mantener lo sustantivo del modelo exportador, descentralista, democrático y de la inversión de nuestro país. Creo que pocos piensan en que alguien podría contradecir la voluntad del pueblo peruano”. ¿Cuáles son los que aparentemente tienen ventaja?. En defensa de la continuidad del modelo neoliberal García no sólo incluye a sus engreídos Castañeda y Fujimori sino que extiende su reconocimiento (es el sapo que tiene que tragarse) a Toledo. García tiene razón en este punto. En efecto, más allá de las diferencias secundarias que presentan los candidatos de derecha, ellos coinciden en el tema fundamental de la continuidad del modelo neoliberal. 
Muy orondo García concluye: “Ya no hay un riesgo anti-sistema como hace apenas cinco años se presentaba en el horizonte”. Sorprende que alguien que cree saberlo todo tenga una grave confusión conceptual. ¿Quien es el anti-sistema? ¿Ollanta que quiere cambiar el modelo económico neoliberal extremo o García que amenaza con un golpe de estado si el líder nacionalista triunfa en las elecciones? Si apelamos a la tradición académica sobre este tema, el anti-sistema es, sin duda, García. ¿Y cuál es la voluntad del pueblo peruano?. Una de las formas de saberlo es revisando lo que la gente expresa en las encuestas. ¿Y qué dicen las encuestas?. En la encuesta de IMASEN los que quieren la continuidad del modelo neoliberal y de sus políticas económicas llegan al 25.1% en todo el país. En Lima se encuentra el mayor porcentaje de los continuistas: el 43.6%. En la encuesta del IOP de la PUCP estos se reducen al 12.9% en el país y a 17.4% en Lima.
La mayoría del país quiere, sin embargo, un cambio del modelo neoliberal y de sus políticas económicas: el 73.9% en la encuesta de IMASEN y el 77.7% en la de la PUCP. De ellos el 37. 4% (IMASEN) o el 39.7% (PUCP) quiere cambios parciales y el 36.5% (IMASEN) o el 38.0% (PUCP) pide cambios radicales. Algunos “analistas” (¿o encubridores de la desagradable realidad?) suman, sin embargo, papas con camotes. El 62.5% (IMASEN) o el 52.6% (PUCP), dicen sin ruborizarse, quiere la continuidad o cambios moderados del modelo económico. ¡Eso no se puede hacer, peluches engreídos de la extrema derecha, sin falsear la realidad!. Una cosa es la continuidad y otra cosa es el cambio del modelo. Este puede ser moderado o radical, pero es un cambio.
En el comportamiento político de la gente cuentan también sus percepciones de la realidad económica. Ellas son un nivel de realidad de la política. Si la mayoría de la gente cree que a Toledo le fue mejor que a García en lo que se refiere a la situación económica de las familias, la inflación, el empleo y la pobreza así es (mas allá de las cifras del INEI de García) y esa creencia se va a expresar en la política. Sólo el 17% de los peruanos cree que la situación económica de las familias ha mejorado; la mayoría (40.2%) afirma que ha empeorado y el 39.5% piensa que sigue igual. Las regiones más descontentas son el sur, el centro y el oriente. Es aplastante la percepción de mayor inflación durante el presente gobierno que en el pasado de Toledo. La mayoría cree que hay menos empleo (48.6%) y más pobreza (48.2%). Estas últimas cifras explican, en parte, las preferencias por Toledo. Pero la exigencia mayoritaria de cambio del modelo neoliberal puede terminar afectándolo.
Después de veinte años de vigencia, el modelo neoliberal es desaprobado por la mayoría de país que demanda su cambio. Pero la mayoría apuesta por los candidatos que quieren la continuidad del modelo desaprobado. ¿Qué está pasando?. Una temporal disonancia cognitiva y política que la campaña electoral puede corregir. A través de una campaña inteligente Ollanta tiene la oportunidad de mostrar la diferencia.
Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://blog.pucp.edu.pe/item/124192/el-modelo-neoliberal-en-el-candelero

11 feb. 2011


Las complejas relaciones entre el Perú y los Estados Unidos de América

No obstante las iniciativas renovadoras del primer gobierno del Presidente Belaunde, la política exterior norteamericana no facilitó ese proceso de reformas. La historia reconstruida demuestra cómo se dificultaron los cambios necesarios en el Perú en esa época y las consecuencias que esos desencuentros originaron.
Las relaciones contemporáneas del Perú con los Estados Unidos han presentado un conjunto de situaciones y de escenarios, que han pasado de la tensión de las contradicciones a la búsqueda de un consenso reflejado en entendimientos de largo de plazo.
No siempre ha existido armonía en los vínculos entre dos naciones que, de alguna manera, tienen intereses comunes. A pesar de ser el Perú dentro del hemisferio un país de dimensión mediana y que, por tanto, estratégicamente no debería haber generado la atención mayor de la potencia del norte, la evolución de los acontecimientos históricos ha determinado que el Perú sea un centro de preocupación tanto en los organismos responsables de la formulación de la política exterior como del Pentágono, por temas de seguridad y defensa, y de la DEA, por la participación del Perú en el tráfico de drogas.
Las relaciones han tenido discrepancias de naturaleza ideológica y, además, incomprensión en varios momentos de la historia, por parte de gobiernos tanto demócratas como republicanos.
En el Perú, además, hasta hace algunos años, posiciones radicalizadas con relación a las vinculaciones con los Estados Unidos y la participación de empresas con capital norteamericano en la economía, enturbiaron el panorama.
Sin embargo, la evolución producida ha conducido a que, sin subordinar la política exterior peruana a las orientaciones del Departamento de Estado, el Perú pueda construir una relación madura con la potencia del norte, que tiene como propósito el desarrollo conjunto y el logro de entendimientos fundamentales en materias que son importantes y sensibles para el avance de ambos países.

La etapa de tensión

Un reciente e importante estudio1 publicado en los Estados Unidos, analiza con precisión y abundante documentación de primera mano el comportamiento de las relaciones entre ambos países no sólo durante la etapa de la primera fase del gobierno revolucionario de la Fuerza Armada (1968-75), sino, además, en otro momento de la historia, menos estudiado por los académicos norteamericanos: la primera administración del presidente Belaunde (1963-68).
Los hallazgos del historiador Richard J. Walter, autor del libro, resultan extremadamente importantes para tener una comprensión más amplia sobre los desencuentros y limitaciones de la política exterior de los Estados Unidos frente al Perú, que dieron lugar, en alguna medida, al golpe de Estado de octubre de 1968, que no sólo significó la ruptura del orden constitucional sino, además, la modificación de los términos de las relaciones bilaterales.
En efecto, el año 1963, cuando la administración del presidente Kennedy intentaba establecer una nueva frontera y promover, con la Alianza para el Progreso, un diferente estilo de cooperación con la región latinoamericana, tanto la candidatura de Fernando Belaunde Terry a la Presidencia de la República, como su propuesta de gobierno para transformar las estructuras económicas y sociales del país, fueron observadas con desconfianza por el Departamento de Estado y, como consecuencia de ello, por otras instancias de la estructura del gobierno federal.

Es conveniente situar en el tiempo lo que significó la victoria electoral, muy apretada por cierto, del abanderado del partido Demócrata, John Kennedy sobre Richard Nixon, el candidato del partido Republicano. Kennedy significaba, para la sociedad norteamericana, una intención de cambio y un estilo de gobierno más sofisticado, con mayor contenido constructivo y más abierto al mundo.
Además, es pertinente tener en cuenta que el inicio de la Revolución Cubana había generado un remezón en América Latina y provocado temores, que ahora pueden considerarse como ciertamente exagerados, en determinados círculos políticos de los Estados Unidos. El fantasma del comunismo comenzó a crecer en la imaginación. Todos los intentos reformistas que no respondieran estrictamente a los dictados de Washington se consideraban sospechosos y estaban, por tanto, sometidos al fuego cruzado, tanto desde el Congreso norteamericano, como desde la estructura del poder federal.
La Declaración de La Habana de 1962 abrió un escenario contestatario. La Alianza para el Progreso, la respuesta que debió ser coherente y vigorosa, no pudo despegar como un mensaje de renovación conceptual y programática para enfrentar los temas del desarrollo económico y de la transformación social, en procura de lograr mayor equidad y justicia social dentro de la región latinoamericana, caracterizada por el elevado nivel de concentración de la riqueza y del poder en pocas manos.

Desencuentros iniciales

Con la visión desarrollista del presidente Belaunde se alimentaron expectativas en el Perú en el sentido que la combinación de la democracia con la promoción del desarrollo económico con contenido social, serían dos cartas que, dentro de la concepción de la Alianza para el Progreso, colocarían al Perú en posición expectante para convertirse en socio preferente de los Estados Unidos dentro de América del Sur.
En su primer acto de gobierno, asumida la presidencia de la República, Belaunde anunció la inmediata convocatoria de cabildos abiertos para la elección de alcaldes y regidores en los pequeños pueblos. Luego, en diciembre del año 1963, a sólo cinco meses de asumido el mando, se eligieron todos los alcaldes del país por votación popular, restableciendo el derecho de los pueblos conculcado desde 1912. Tal decisión, que consolidó el sistema democrático, si bien fue reconocida como un avance interesante e importante por la administración del presidente Kennedy, no mereció otro tipo de respaldo.
La visión del desarrollo del gobierno peruano incluyó, además de reformas que habían sido anunciadas por la Alianza para el Progreso, como la transformación de las estructuras agrarias, factores tales como el desarrollo de microproyectos con participación popular; el fortalecimiento de la capacidad de gestión de los gobiernos locales; y, la orientación de la inversión pública para generar, junto con el avance económico, una mayor integración nacional, para corregir las deficiencias derivadas de un modelo político y económico extremadamente centralista.
Nada de ello, sin embargo, impactó lo suficiente en los asesores del presidente Kennedy y en los responsables del manejo de las políticas frente al Perú, tal como queda debidamente documentado, con fuentes impecables y adecuadamente seleccionadas, en el trabajo del historiador Walter.
Por el contrario, no deja de sorprender que frente a una visión desarrollista proyectada hacia el interior del Perú, para corregir los grandes desequilibrios históricos de manera gradual, democrática y pacífica, enviados de la Casa Blanca consideraran, luego de ser informados acerca de las iniciativas del nuevo gobierno, que, si bien era cierto que el mandatario peruano era imaginativo tenía una visión poco pragmática para abordar los temas del desarrollo.

¿Con la IPC o con la democracia?

Tal como queda revelado en los planteamientos de Thomas C. Mann, designado como asesor principal de la Casa Blanca para los temas hemisféricos durante la administración del presidente Johnson, lo que se consideraba pragmático en ese momento incluía los siguientes asuntos: la protección de las inversiones norteamericanas, la no intervención en asuntos de otros Estados, el anticomunismo militante y la promoción del sector privado. Igual criterio tenían los consejeros de Kennedy.
El primer contacto del presidente Belaunde con la Casa Blanca no fue satisfactorio. Por el contrario, se abordaron temas que no han sido suficientemente analizados por los historiadores de las relaciones exteriores del Perú y que el profesor Walter aprecia con equilibrio y ponderación.
Por ejemplo se le planteó al presidente Belaunde la reducción de los gastos militares dado que se consideraba que el Perú tenía un elevado componente del gasto público dedicado a tal efecto.
Como consta en la historia, y en la documentación oficial conocida al abrirse los archivos del gobierno norteamericano, el mandatario peruano no aceptó ese requerimiento y, por el contrario, afirmó durante su gobierno el compromiso con la defensa nacional. Además, otorgó a la Fuerza Armada un conjunto de nuevas tareas, particularmente en materia de colaboración cívica.
Por otro lado debe recordarse que, en 1965, el movimiento guerrillero fue rápidamente eliminado y derrotado militarmente gracias a la capacidad de acción de la Fuerza Armada.
Iniciado el primer belaundismo fue manifiesta la posición norteamericana, expresada formalmente en las reuniones con el gobierno peruano, con relación a una solución satisfactoria para la empresa del sensible tema de la International Petroleum Company (IPC) y del Laudo de la Brea y Pariñas, que comprometía más que asuntos económicos a cuestiones que, en ese momento de la historia, respondían a un sentimiento nacionalista para resolver, total y definitivamente, una situación que había provocado ardorosos debates políticos internos y, además, enturbiado las relaciones con la comunidad de inversionistas y con el gobierno de los Estados Unidos.
De manera no sutil sino, más bien, directa, conforme queda acreditado en el estudio del profesor Walter, se condicionó la cooperación norteamericana a que la Casa Blanca aprobara implícitamente una solución satisfactoria del caso de la IPC. Sin duda tal decisión de la administración del presidente Kennedy puede sorprender, en la medida que se le consideraba en América Latina como más independiente de los grupos económicos de poder y más abierto a un diálogo constructivo y respetuoso de la soberanía de los Estados.
Al parecer la influencia del Secretario de Estado, Dean Rusk, fue poco positiva en la administración del mandatario asesinado en Dallas, tal como figura en los diarios de Arthur M. Schlesinger, Jr, el distinguido historiador e intelectual norteamericano, que fue uno de los principales asesores de Kennedy.
Schlesinger tiene un juicio muy crítico y severo sobre las limitaciones de Rusk como responsable de la política exterior. A lo largo de diversas páginas de sus diarios se plantea como hipótesis lo que habría ocurrido si tal cargo hubiera sido desempeñado por un liberal con mayor vuelo intelectual y con más flexibilidad para tratar sobre las relaciones con terceros países.
Concretamente en el caso del Perú, y en el escenario histórico de 1963, la influencia del Secretario de Estado Rusk fue negativa.
Por otro lado no deja de sorprender la revelación histórica sobre las afirmaciones realizadas por diferentes altos funcionarios de la Casa Blanca en el sentido que las reformas que planteaba el gobierno de Belaunde eran adecuadas y necesarias pero que no debían ser ni muy profundas ni muy rápidas.
Todo lo anterior condicionó el eventual apoyo que podía recibir el Perú tanto de los organismos financieros multilaterales controlados en la mayoría de su capital accionario por los Estados Unidos, como en la asistencia económica mediante, entre otros, los programas de la Alianza para el Progreso.
La vocación reformista del gobierno del presidente Belaunde, por tanto, tuvo una limitación de naturaleza financiera, al no contar con el necesario apoyo de programas hemisféricos inspirados por Washington, elaborados para ser alternativa a la Revolución Cubana, y que se consideraban necesarios para lograr profundas y prontas transformaciones estructurales en democracia y libertad, para garantizar el desarrollo y el bienestar de los pueblos de la región latinoamericana.
El tema más sensible de controversia fue el de la IPC, que se mantuvo como una asignatura pendiente hasta 1968. El Congreso norteamericano, con la Enmienda Hickenlooper, y, por cierto, la Casa Blanca se inclinaron a favor de la empresa y no por la consolidación de la democracia peruana. Por tanto, se amenazó al Perú con la suspensión de toda la ayuda externa.
La historia, maestra fundamental para entender los procesos políticos, se presenta en el trabajo del profesor Walter, con argumentos y documentos que explican, desde una nueva perspectiva, los problemas internos que confrontó el primer belaundismo.
El 3 de octubre de 1968 se produjo el golpe de Estado. Belaunde fue derrocado por la fuerza de las armas, que desconocieron el mandato constitucional. Se inició entonces una nueva etapa en las relaciones del Perú con los Estados Unidos, caracterizada no por la búsqueda de consensos, no por el propósito de promover a las inversiones privadas, haciendo respetar la soberanía nacional, como ocurrió durante el régimen constitucional. Se impuso, en el régimen militar, un estilo de confrontación, con un cambio en la visión ideológica, con discrepancias con los Estados Unidos y con la nacionalización de empresas de capital norteamericano, incluyendo, en primer lugar, la IPC.


1. Walter, Richard J., Peru and the United States, 1960-1975: how their ambassadors managed foreign relations in a turbulent era, The Pennsylvania State University Press, 2010.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/las-complejas-relaciones-entre-el-per%C3%BA-y-los-estados-unidos-de-am%C3%A9rica