Elementos para pensar la reconfiguración del campo político boliviano*
Por María Teresa Zegada Claure**
Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano
PONEMOS A CONSIDERACIÓN de este panel un
conjunto de interrogantes y tensiones que provienen de un acercamiento
al complejo proceso de transformaciones políticas que operan en Bolivia
desde inicios de la actual década.
El conjunto de interrogantes que guían la investigación que
iniciamos hace unos meses, está referido a las distintas dimensiones
del campo político boliviano en este proceso de cambios:
¿Cuáles son las características del nuevo campo político instalado
en Bolivia a partir del 2005 y que se han consolidado en estos últimos
cuatro años de gobierno de Evo Morales? ¿Cuáles son las dimensiones y
alcances de dichas transformaciones? ¿Cuáles son las percepciones y
expectativas de los actores sociales y políticos en relación con este
proceso? ¿Cómo se articulan en términos institucionales los “nuevos” y
“viejos” elementos del sistema democrático en la propuesta de nueva
Constitución Política del Estado y en las propuestas de reforma del
Estado elaboradas por los principales actores sociales y políticos?
¿Cuáles son las representaciones simbólicas en torno a la democracia y
sus resignificaciones planteadas por los movimientos emergentes?
Dadas las características del proceso boliviano, la investigación
encara dos tipos de desafíos, uno de tipo conceptual y otro de carácter
metodológico, ya que las viejas categorías que permitían el abordaje y
la comprensión de la realidad socio-política en las décadas pasadas,
resultan ahora insuficientes y por tanto se requiere nuevos conceptos y
maneras de pensar y leer la misma.
En consecuencia consideramos necesario, en primer lugar, trascender
los conceptos que restringen el análisis de la política a la eficiencia
y eficacia de las instituciones, y pretenden explicar desde ahí el
conjunto de procesos políticos asociando, por ejemplo, la estabilidad
con un estado óptimo de gobernabilidad y concurrentemente los momentos
de crisis o conflictos con disfuncionalidades y peligros para la
democracia. Nuestra opción es, por el contrario, intentar explicar los
procesos de ampliación y profundización de la democracia como
consecuencia de la acción colectiva de los sujetos y su incursión en el
campo político, y de las transformaciones que operan en el mismo como
efecto de la reversión del orden constituido.
Por esta razón hemos partido de la noción de campo político1 y no así de sistema –aunque este último está contenido en el primero- que nos lleva a pensar la política como un campo de fuerzas, de disputa en torno a determinados recursos de poder, que trasciende los tradicionales escenarios institucionales.
Por esta razón hemos partido de la noción de campo político1 y no así de sistema –aunque este último está contenido en el primero- que nos lleva a pensar la política como un campo de fuerzas, de disputa en torno a determinados recursos de poder, que trasciende los tradicionales escenarios institucionales.
En ese sentido, partimos de la identificación de los principales
objetos de disputa que signaron la lucha política durante los primeros
años de gobierno de Evo Morales, y la construcción de una nueva
hegemonía, y que fueron demarcando momentos políticos por los que
atravesó este complejo proceso, que como resultado fueron consolidando
la presencia de un nuevo sujeto político y nuevas subjetividades, así
como nuevos elementos discursivos y simbólicos que ocuparon el centro
del escenario.
De esta manera se pudo determinar que en Bolivia no se estaban
produciendo solo conflictos coyunturales o corporativos por demandas e
intereses particulares de grupos sociales, sino que éstos se
articulaban en torno a temas estructurales que cuestionaban a los
partidos políticos, a las estructuras de poder, a la trama
institucional así como a los habitus2 y las formas de ser de lo social
y de lo político, fuertemente ancladas en los sustratos profundos de la
sociedad y en ámbitos de poder alternativos y diversos como las
organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos campesinos, los
pueblos indígenas o los sectores urbanos organizados que fueron tomando
cuerpo a partir de la década de los noventa, por ejemplo en el caso de
los movimientos indígenas en la denominada “Marcha por el Territorio,
la Dignidad y la Vida” que partió del oriente boliviano, las protestas
y la constitución de un movimiento social como la Coordinadora del Agua
y de la Vida a partir del 2000 en torno a sectores urbanos afectados
por las políticas neoliberales, y que más adelante se manifestarán con
todo rigor tanto en la guerra del agua en Cochabamba el año 2000, como
en la denominada guerra del gas el 2003, que concluyó con la
destitución del entonces presidente de la república Gonzalo Sánchez de
Lozada3.
Por otra parte, consideramos que la política involucra también una
disputa sobre el conjunto de significaciones culturales y sociales que
se construyen en torno a referentes discursivos y simbólicos, visiones
de la realidad e interpretaciones académicas que imponen la necesidad
de una nueva gramática social y una nueva forma de relación entre el
Estado y la sociedad4.
El otro desafío de la investigación, se encuentra relacionado con la
abundante información que, en sus distintas dimensiones, aporta la
realidad política boliviana en estos años, la cual nos llevan a
discernir sus distintas cualidades en un momento de crisis y
metamorfosis de sus elementos constitutivos.
CLACSO
Los Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano constituyen una iniciativa del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) para la divulgación de algunos de los principales autores del pensamiento social crítico de América Latina y el Caribe: Ruy Mauro Marini (Brasil); Agustín Cueva (Ecuador); Álvaro García Linera (Bolivia); Celso Furtado (Brasil); Aldo Ferrer (Argentina); José Carlos Mariátegui (Perú); Pablo González Casanova (México); Suzy Castor (Haití); Marilena Chauí (Brasil); Florestan Fernandes (Brasil); Orlando Fals Borda (Colombia); Mayra Paula Espina Prieto (Cuba); Edelberto Torres Rivas (Guatemala); Carlos Tünnermann Bernheim (Nicaragua); Daniel Mato (Argentina); Hugo Aboites (Brasil); Jaime Ornelas Delgado (México); Jorge Landinelli (Uruguay); Marcela Mollis (Argentina); Pablo Gentili (Brasil); Víctor Manuel Moncayo (Colombia); Susana Novick (Argentina); Antonio Negri (Italia); Guillermo Almeyra (Argentina); Luis Tapia (Bolivia); Boaventura de Sousa Santos (Portugal), René Zavaleta Mercado (Bolivia); Enzo Faletto (Chile); Angel Quintero Rivera (Puerto Rico); Carmen Miró (Panamá); Rodolfo Stavenhagen (México);Milton Santos (Brasil); Silvio Frondizi (Argentina); Gerard Pierre-Charles (Haití); Aníbal Quijano (Perú); y Juan Carlos Portantiero (Argentina) entre otros.Los Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano se publican en el periódico La Jornada de México, en los Le Monde Diplomatique de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú.
Coordinación Editorial: Emir Sader
CLACSO es una red de más de 254 instituciones que realizan actividades de investigación, docencia y formación en el campo de las ciencias sociales en 25 países: www.clacso.org
Así, privilegiamos una visión sincrónica para dar cuenta de las
expresiones de los cambios en sus distintas dimensiones, pero sin
descuidar los aspectos históricos -diacrónicos- que permiten
precisamente explicar las raíces, alcances y limitaciones del proceso.
En dicha explicación histórica, encontramos que precisamente los
factores que desencadenaron esta coyuntura tienen que ver con la
conjunción de distintas temporalidades históricas en un momento
determinado, que son recuperadas por los sujetos protagónicos y
llevadas al campo político.
Estas temporalidades provienen en unos casos, de la memoria
colectiva larga5, es decir, de los quinientos años de colonización
española, que luego fueron, como señala la misma autora, reproducidos
mediante mecanismos de colonialismo interno -aludiendo a una categoría
largamente difundida por Aníbal Quijano-, excluyendo a las grandes
mayorías de los procesos políticos, sociales y económicos; aluden a
factores de explotación económica y de clase que arrastran una larga
historia de desigualdad e injusticia; del mismo modo remiten a procesos
inconclusos de construcción de ciudadanía y ausencia de reconocimiento
de una realidad socio cultural y étnica diversa, como sucedió en el
episodio de la revolución de 1952 que si bien logró cambios profundos
en el patrón de acumulación y de hegemonía, pretendió constituirse
sobre las bases de una sociedad homogénea –que no era tal- bajo las
categorías de pueblo o campesinado reproduciendo el modelo de exclusión
cultural; y por último, nos remite a factores de la memoria corta,
relacionados con el ciclo histórico del neoliberalismo y la democracia
representativa inaugurados en la década del 80, que, bajo los
parámetros de igualdad formal, libre mercado y estrategias
multiculturalistas, intentó encarar problemas estructurales profundos.
Su incapacidad de enfrentarlos con éxito condujo a su profundo
cuestionamiento y prematura debacle.
De esta manera, el ciclo de protestas6 iniciado a principios del
2000 en Bolivia recupera y conjunciona elementos de carácter
estructural e histórico y coyuntural, y encuentra su derrotero de
transformaciones en el campo político. Los nuevos sujetos políticos
combinan diversos repertorios de movilización social con su
participación directa en procesos electorales, pues mediante las
propias reglas de juego de la democracia representativa, una opción
política como el Movimiento al Socialismo logra acceder y consolidarse
en el poder trastocando el viejo mapa de comportamiento electoral.
Empero, el conjunto de demandas y aspiraciones introducidas en el
campo político, no quedan ahí, sino que propugnan una transformación
estructural a través de la refundación del Estado, mediante la demanda
y realización de una Asamblea Constituyente que permita la redacción de
un nuevo instrumento normativo más representativo de las fracturas
sociales y culturales y de la realidad boliviana actual.
El cuestionamiento al Estado partió de los movimientos indígenas en
la década de los noventa junto a la demanda de inclusión socio
cultural; y si bien lograron un primer impacto en las lógicas
multiculturales implantadas durante el neoliberalismo -como por ejemplo
la incorporación por primera vez en la historia de Bolivia de las
categorías mutiétnico y pluricultural, en la reforma constitucional de
1994, y su correlato en leyes secundarias- éstas resultaron ciertamente
insuficientes para el alcance de las reivindicaciones de estos sectores
sociales que continuaron pugnando por una reforma estatal más profunda
a través de la demanda de la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Ahora bien, en este marco de análisis histórico, situamos el
conjunto de transformaciones producidas en el campo político boliviano
en estos años de gobierno del MAS que, con fines metodológicos las
agrupamos en distintas dimensiones de análisis: Nuevos sujetos
colectivos en el campo político; nuevas formas de acción política
colectiva desde la sociedad civil; nuevas formas de administración del
poder y de relación del gobierno con las organizaciones sociales,
cambios en la trama institucional y normativa de lo político, es decir,
nuevas reglas de juego en el marco del Estado Plurinacional; por último
diversas y renovadas articulaciones democráticas emergentes que
conviven con las prácticas modernas y liberales preexistentes.
Estos son básicamente, los campos de análisis que abarca la
investigación y que de manera preliminar, nos permiten dibujar los
rasgos centrales del proceso y sus principales tensiones, a las que muy
brevemente, nos referiremos a continuación.
RASGOS DEL NUEVO PROCESO:
¿QUÉ CAMBIÓ EN EL CAMPO POLÍTICO BOLIVIANO?
NUEVOS ACTORES, NUEVOS SUJETOS POLÍTICOS
Asistimos a la emergencia de nuevos sujetos que provienen de la
sociedad civil, de los denominados no lugares de la política7 que,
vinculados de diversas maneras al Movimiento al Socialismo, cambian el
rostro social del Estado, incursionan en el campo político y operan
tanto al interior de los escenarios institucionales como desde fuera de
ellos.
Se trata de las organizaciones sociales que dieron lugar al
surgimiento del Movimiento al Socialismo, fueron capaces de imponer una
nueva agenda y se constituyen en su principal base social. Algunos
dirigentes fueron invitados por el MAS y por el propio presidente a
formar parte de las representaciones camarales y de cargos en el
gabinete, pero a la vez, las organizaciones sociales afines al MAS se
constituyen en los principales vigilantes del proceso de cambios, en
ese sentido despliegan un conjunto de acciones colectivas en defensa
del gobierno y sus medidas y en contra de la oposición social y
política, mediante diversos repertorios de movilización desde
pronunciamientos públicos hasta marchas, vigilias, cercos y
concentraciones.
La acción estratégica de los movimientos sociales en el campo
político adopta, en esta coyuntura, una cualidad distinta a la que
operaba en años anteriores, lo cual le otorga un sentido histórico y le
permite la construcción de significados compartidos pues estos sujetos
colectivos cobran protagonismo en un campo de conflicto estructural, a
que nos referíamos anteriormente, de ahí que las relaciones de fuerza
entre los actores en pugna si bien se producen en torno a diversos
objetos de disputa8, están articulados a un campo de conflicto
hegemónico o estructural en relación con el cual se constituyen los dos
bloques en pugna.
En relación con la participación de las organizaciones sociales en
el campo político quedan un conjunto de interrogantes aun no resueltas
que son tema de discusión, inclusive al interior del propio Movimiento
al Socialismo y de las organizaciones de base, como por ejemplo, las
posibilidades de institucionalización política de las mismas y su
pertinencia, la pérdida de autonomía que implica su relación con el
gobierno, las tensiones entre los dirigentes y las bases en relación
con la toma de decisiones políticas, la posibilidad de que el formato
organizacional corporativo pueda eventualmente desplazar o sustituir a
los partidos en escenarios de representación política, entre otras.
De otro lado, los partidos políticos, principales actores del
sistema de representación política, paradójicamente se convirtieron en
su principal nudo de vulnerabilidad, fundamentalmente el incumplimiento
de las funciones de representación y articulación con la sociedad. Ante
dicha inoperancia, emergieron justamente formas de auto representación
social con capacidad de interpelación efectiva a otros actores sociales
y a la sociedad en su conjunto, y de articular con éxito sus
expectativas a objetivos y propuestas comunes.
Los grupos privilegiados y sectores políticos antes hegemónicos
fueron desplazados a espacios institucionales minoritarios, tanto en el
Congreso como en la Asamblea Constituyente, a las prefecturas de las
regiones opositoras al gobierno (que en su momento fueron cinco de
nueve departamentos del país), así como a la acción colectiva de
organizaciones cívico/regionales, otorgándoles un carácter político de
resistencia al gobierno detrás de la demanda de autonomía; la coyuntura
los obligó a adoptar repertorios de movilización poco convencionales
para dichos actores como huelgas de hambre, marchas, tomas de
instituciones, entre otras, revelando una serie de transformaciones
particularmente de tipo social y político objetivadas en el nuevo
proceso. Queda planteada la necesidad de repensar las formas
organizativas más apropiadas para el ejercicio político en concordancia
con los nuevos formatos de la democracia.
NUEVAS FORMAS DE LO POLÍTICO
El proceso político abierto en diciembre del 2005 con el triunfo del
Movimiento al Socialismo pone en el centro del debate no solo a los
nuevos sujetos del campo político, sino también el conjunto de
relaciones y articulaciones políticas, formas de ejercicio político y
expresión de intereses, representaciones simbólicas y tramas
institucionales.
Las nuevas formas de acción colectiva se expresaron, por ejemplo, en
las vigilias y cercos al congreso en los sucesivos episodios de
empantanamiento para presionar en la toma de decisiones, en las
movilizaciones de apoyo al gobierno y en defensa del proceso de
cambios, la auto organización, las reuniones de evaluación de las
políticas gubernamentales propiciadas por las organizaciones de base,
la elaboración de propuestas de cara al proceso constituyente, entre
otras. Cabe destacar que los movimientos de resistencia y oposición al
gobierno también generaron un conjunto de acciones colectivas nuevas
para estas organizaciones.
En todo caso, se percibió un desplazamiento de los viejos conflictos
entre el Estado y la sociedad que fueron habituales durante la era
democrática, a enfrentamientos directos entre ciudadanos que
representaban a los bloques políticos en pugna, como fue el caso de los
enfrentamientos del 11 de enero del 2007 en Cochabamba.
Otro escenario privilegiado de confrontación fue el mediático en que
se ponen en juego los recursos discursivos y las batallas simbólicas,
así cobran relevancia dispositivos ideológicos mutuamente
descalificadores funcionales a la acumulación de poder particular.
Del mismo modo, la vía del voto, es decir la convocatoria a una
serie de consultas ciudadanas (referéndums), revocatorios y elecciones
tuvo la finalidad de legitimar a las fuerzas políticas en pugna, en
muchos casos, para desequilibrar las posiciones y el crítico empate en
que en determinado momento se encontraban. Estos procesos a la larga,
tuvieron un efecto político muy favorable para el gobierno que
justamente logró el punto de inflexión para su recuperación de fuerzas
en el referéndum revocatorio de agosto del 2008, el cual le permitió su
consolidación hegemónica.
EL “GOBIERNO DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES”
Otra arista importante de análisis reside en la relación del
gobierno con las organizaciones o movimientos sociales afines bajo la
figura, aún discutible, de gobierno de los movimientos sociales que
adquiere un carácter simbólico muy importante desde el gobierno bajo la
reiterada enunciación de mandar obedeciendo.
La relación de las organizaciones sociales con el gobierno del MAS
adquiere formatos y contenidos diversos, desde afinidades ideológicas y
políticas, solidaridad y disciplina sindical, y apoyo al proceso de
cambios hasta relaciones pragmáticas de apoyos condicionados a
beneficios sectoriales y personales, relaciones de tipo prebendal
mediadas por cargos políticos y otro tipo de incentivos selectivos que
ponen en entredicho la consistencia ideológica del proceso. De igual
manera se cuestionan las nuevas jerarquías internas mediadas por las
nuevas relaciones de poder, los aportes obligados de los empleados
públicos y la serie de intercambios clientelares.
El riesgo de que el carácter corporativo de la gestión pública pueda
prevalecer sobre los intereses generales, surge por ejemplo, del doble
rol dirigencial que asume el presidente por el hecho de ser Presidente
del Estado y a la vez sucesivamente reelecto como Presidente de las
Seis Federaciones del Trópico Cochabambino (sindicato de cocaleros).
Otro elemento que también resulta crítico en el ejercicio
gubernamental es el riesgo de la fetichización del poder9, que supone
trastocar los intereses colectivos por beneficios particulares de las
organizaciones y personalidades que ocupan espacios en la gestión
pública entre otros, que distorsionan los fines y el ejercicio político
de las organizaciones.
LA REINSTITUCIONALIZACIÓN POLÍTICA EN TORNO AL NUEVO ESTADO PLURINACIONAL
El valor del proceso constituyente no solo reside en el resultado:
un nuevo texto constitucional, al que nos referiremos más adelante,
sino también en el propio proceso, ya que en el mismo se involucraron
distintas organizaciones, movimientos sociales y políticos, e
intelectuales en un importante proceso de discusión, acuerdos y
generación de propuestas.
Las organizaciones sociales articuladas en torno al Pacto de Unidad
lograron introducir una propuesta de transformación estatal que
involucraba distintos aspectos normativos del Estado, entre los puntos
principales resaltan el Estado Plurinacional, las autonomías indígenas,
así como una nueva estructura estatal más participativa y
representativa de los intereses de las mayorías nacionales.
Si bien no todas sus propuestas se incorporaron en el nuevo texto,
el proceso logró un valor en sí mismo por la visión estratégica del
Pacto, puesto que las organizaciones particulares tuvieron que deponer
algunos de sus intereses sectoriales para consagrar una propuesta única
e influir en la Asamblea Constituyente y en sus resultados.
La aprobación de la nueva Constitución Política del Estado abre
nuevos espacios de participación y acción política, a través de
mecanismos como el control social, la revocatoria de mandato, las
autonomías, entre otras; así como nuevas pautas en la relación
estado-sociedad civil.
No obstante, las medidas más relevantes apuntan a la incorporación en la narrativa constitucional de diversos elementos provenientes de una matriz de pensamiento distinta a la liberal republicana propia de las comunidades indígena originario campesinas cuyo epítome es precisamente el Estado plurinacional.
No obstante, las medidas más relevantes apuntan a la incorporación en la narrativa constitucional de diversos elementos provenientes de una matriz de pensamiento distinta a la liberal republicana propia de las comunidades indígena originario campesinas cuyo epítome es precisamente el Estado plurinacional.
La relación y convivencia entre ambas lógicas es compleja y plantea
una serie de desafíos desde la participación de representantes de
pueblos indígenas en distintos niveles de gestión pública, hasta la
incorporación de prácticas culturales de las comunidades en
determinados ámbitos como en la justicia, a través de la jurisdicción
indígena originario campesina, o mediante la figura de las autonomías
indígenas basadas en usos y costumbres. Su complejidad y formas de
articulación se verificarán en el proceso de aplicación de la nueva
Constitución y la construcción de leyes y mecanismos secundarios.
LA AUTONOMÍA: DE LA RESISTENCIA A LA DEMOCRATIZACIÓN DEL PODER
Un eje que cambia sustancialmente el carácter del Estado es la
incorporación de la autonomía, que plantea una serie de tensiones
políticas ya que en principio fue bandera de resistencia de la
oposición y luego fue articulada por el frente oficialista en la nueva
constitución, en el marco de un proceso amplio y que involucra diversos
niveles de administración territorial del Estado.
La incorporación en la nueva Constitución de la autonomía es apenas
el principio de un largo proceso que involucra varias dimensiones
relacionadas con la redistribución del poder en primer lugar, implica
formas diferenciadas de acceso a los recursos, -en especial de los
recursos naturales-, en segundo lugar, la asignación de atribuciones y
competencias, en tercer lugar la coordinación administrativa de
distintos niveles territoriales así como la combinación de formatos y
lógicas que se superponen con niveles de jerarquía similares, la
elección de autoridades por voto directo en distintos niveles
territoriales, entre otros.
Las autonomías indígenas constituyen nuevos espacios basados en las
dinámicas internas de las unidades territoriales pre existentes que,
por primera vez, se encuentran reconocidas en la Constitución y tienen
niveles de interpelación formales frente al Estado, sin embargo también
plantean una serie de interrogantes sobre la posible
institucionalización de las formas de autogobierno y de los usos y
costumbres, la presencia de grupos de poder internos y externos, sus
posibilidades y limitaciones como unidades autónomas capaces de un
desarrollo sostenible, entre otros.
RESIGNIFICACIONES EN TORNO A LA DEMOCRACIA
Por último, en esta breve relación de los elementos analíticos del
campo político boliviano nos planteamos varios cuestionamientos en
torno al decurso de la democracia y los procesos de
desarticulación/rearticulación discursiva en relación con sus
significados.
En la nueva constitución conviven los enunciados de democracia representativa con otros formatos como la democracia directa y participativa, así como la democracia comunitaria.
En la nueva constitución conviven los enunciados de democracia representativa con otros formatos como la democracia directa y participativa, así como la democracia comunitaria.
En los hechos, estas formas de ejercicio democrático están vigentes
aunque desarticuladas. Por ejemplo, las formas de representación
democrática siguen siendo predominantes en la conformación de los
poderes públicos, pero conviven con formas de democracia directa y
participativa que se incorporaron en reformas constitucionales previas,
así como con formatos como la democracia sindical basada en el mandato
imperativo que rige en formas colectivas de organización social, y con
la democracia comunitaria que emerge del paradigma de las
organizaciones y sistemas políticos propios de los pueblos indígenas
bolivianos. Estos prevalecen en distintas comunidades bolivianas, sobre
todo del área andina e implican diversas formas de auto organización y
auto gobierno.
La democracia comunitaria o de ayllu se basa en lógicas colectivas
antes que individuales, y si bien sus características varían en cada
localidad, comparten algunos elementos comunes como la rotación de
cargos; la obligatoriedad en el cumplimiento de funciones de autoridad;
la concepción de autoridad no como privilegio sino como servicio, el
consenso deliberativo a través de la asamblea como máxima autoridad de
mando colectivo, sistemas de rendición de cuentas y control social, la
revocatoria de mandato, procedimientos que garantizan la participación
de los miembros de la comunidad en las decisiones y en el control a sus
representantes, entre otros. Las particularidades no solo dependen de
las condiciones históricas de cada comunidad y sus prácticas culturales
propias sino también de los grados de hibridación con otras formas de
ejercicio del poder, éstas han coexistido, por ejemplo, de manera
crítica con los sindicatos campesinos que en su momento se
constituyeron en formas iniciales de hibridación y penetración
cultural10.
Ahora bien, su reconocimiento constitucional rompe el monopolio de
la democracia liberal, sin embargo presenta notables ambigüedades y
contradicciones que deberán ser superadas en el decurso de su
aplicación.
La democracia representativa fue perdiendo efectividad y fue
cuestionada en su eficacia, de esta manera se produjo un desmontaje de
la eficacia simbólica de la democracia representativa instaurada como
régimen de verdad en el periodo neoliberal y dio lugar al surgimiento
de visiones, interpretaciones y objetivaciones distintas de la
democracia. A esta mirada renovada y crítica a la democracia se
adscribe también De Souza Santos11 cuando se remite al concepto de
demodiversidad.
La nueva CPE no sólo reconoce elementos de la democracia comunitaria
para su ejercicio en el nivel local (indígena, campesino) sino también
para su aplicación en el nivel nacional mediante la incorporación, por
ejemplo de principios ético-morales como los mandamientos propios de
los pueblos indígenas originarios entre los principios que rigen el
Estado; asimismo reconoce como oficiales los idiomas nativos y
establece su uso obligatorio en el ámbito público. El desafío es pensar
en formas articuladas que relacionen las diversas formas de gobierno y
organización existentes, algunas de éstas han sido propuestas en los
trabajos de Luís Tapia12, mediante la construcción de un núcleo común
(o un núcleo intercultural democrático), o su articulación con sistemas
institucionales modernos a nivel macroestatal (García s/f).
EL HORIZONTE DEL PROCESO DE CAMBIOS
Como señalamos al iniciar esta exposición, más que respuestas,
planteamos una serie de interrogantes y tensiones conceptuales que
plantea el proceso de transformaciones del campo político boliviano y
que demarca múltiples dimensiones relacionadas tanto con aspectos
históricos, cuya referencia nos permite percibir la dinámica del
proceso, como coyunturales que nos remiten a la permanente
reconfiguración de fuerzas y a la construcción de una nueva hegemonía,
cuyo seguimiento permite identificar los principales elementos del
proceso y sus conexiones.
La profundidad del proceso iniciado a principios de la actual década da cuenta de la profundidad del mismo y de su alcance, que se encuentra inclusive más allá del liderazgo de Evo Morales y el eventual protagonismo del MAS, y se verifica sobre en el contexto de relaciones sociales, de clase y étnico culturales.
La profundidad del proceso iniciado a principios de la actual década da cuenta de la profundidad del mismo y de su alcance, que se encuentra inclusive más allá del liderazgo de Evo Morales y el eventual protagonismo del MAS, y se verifica sobre en el contexto de relaciones sociales, de clase y étnico culturales.
El horizonte de la interculturalidad parece mostrar un posible
derrotero de resolución de estas tensiones de coexistencia y
materialización de la diversidad social y cultural boliviana en el
campo político, mediante una (re)institucionalización de las
estructuras y una concepción de democracia amplia, renovada y dinámica.
* Fuente: El texto publicado en este Cuaderno es parte de un trabajo
de investigación dirigido por María Teresa Zegada Claure con la
participación de Gabriela Canedo, Claudia Arce y Alber Quispe en el
marco del Programa de Becas para Equipos de investigación 2009-2010 de
CLACSO. La versión completa de este escrito se publicó en el tercer
número de la revista Crítica y Emancipación (Buenos Aires: CLACSO,
2010) y está disponible en www.biblioteca.clacso.edu.ar.
** Socióloga con maestría en Ciencias Políticas. Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y de la Carrera de Comunicación de la Universidad Católica Boliviana (UCB). Investigadora y coordinadora de área del Centro Cuarto Intermedio (CCI), miembro del directorio Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES).
(1) BOURDIEU, Pierre (2001) El campo político. La Paz: Plural.
(2) FOUCAULT, Michael (1983) El discurso del poder. México: Folios.
(3) La guerra del agua que se inició en rechazo al alza de tarifas de ese servicio contra una empresa transnacional en Cochabamba, concluyó con la expulsión de dicha empresa y se convirtió en el inicio del ciclo de protestas y crisis socio/política en el país. La guerra del gas que fue protagonizada por organizaciones y movimientos sociales sobre todo de El Alto, que comenzó como un rechazo a la política hidrocarburífera de Sánchez de Lozada, terminó imponiendo su dimisión y fuga del país en octubre del 2003.
(4) DE SOUZA SANTOS, Boaventura (2004) Democracia de alta intensidad. Apuntes para democratizar la democracia en Cuaderno de Diálogo y Deliberación.Nº 5, La Paz: CNE.
(5) RIVERA, Silvia (1983) “Democracia liberal y democracia de ayllu” en: Miranda Pacheco (comp.): Bolivia en la hora de su modernización. México: UNAM.
(6) TARROW, Sidney (2004) El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza Editorial.
(7) TAPIA, Luis. (2009) “Movimientos sociales, movimientos societales y los no lugares de la política”, en Le Monde Diplomatique, Ed. Peruana, Nº 23, Marzo, 2009. CLACSO.
(8) DUSSEL, Enrique (2006) 20 Tesis de política.México: Siglo XXI Editores.
(9) 20 Tesis de política
** Socióloga con maestría en Ciencias Políticas. Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y de la Carrera de Comunicación de la Universidad Católica Boliviana (UCB). Investigadora y coordinadora de área del Centro Cuarto Intermedio (CCI), miembro del directorio Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES).
(1) BOURDIEU, Pierre (2001) El campo político. La Paz: Plural.
(2) FOUCAULT, Michael (1983) El discurso del poder. México: Folios.
(3) La guerra del agua que se inició en rechazo al alza de tarifas de ese servicio contra una empresa transnacional en Cochabamba, concluyó con la expulsión de dicha empresa y se convirtió en el inicio del ciclo de protestas y crisis socio/política en el país. La guerra del gas que fue protagonizada por organizaciones y movimientos sociales sobre todo de El Alto, que comenzó como un rechazo a la política hidrocarburífera de Sánchez de Lozada, terminó imponiendo su dimisión y fuga del país en octubre del 2003.
(4) DE SOUZA SANTOS, Boaventura (2004) Democracia de alta intensidad. Apuntes para democratizar la democracia en Cuaderno de Diálogo y Deliberación.Nº 5, La Paz: CNE.
(5) RIVERA, Silvia (1983) “Democracia liberal y democracia de ayllu” en: Miranda Pacheco (comp.): Bolivia en la hora de su modernización. México: UNAM.
(6) TARROW, Sidney (2004) El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza Editorial.
(7) TAPIA, Luis. (2009) “Movimientos sociales, movimientos societales y los no lugares de la política”, en Le Monde Diplomatique, Ed. Peruana, Nº 23, Marzo, 2009. CLACSO.
(8) DUSSEL, Enrique (2006) 20 Tesis de política.México: Siglo XXI Editores.
(9) 20 Tesis de política
Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/elementos-para-pensar-la-reconfiguracion-del-campo-politico-boliviano
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Agredesco desde ya tú valioso aporte... Muchas gracias....
JLRF