Los nietos de Alejandro Magno
Por Nicolas Autheman*
Unos inesperados descendientes en Pakistán
En la frontera entre Pakistán y Afganistán los kalash, un pueblo
no islamizado y de rasgos culturales muy diferenciados de sus vecinos,
se lanzan a la recuperación de las claves simbólicas de una historia
confusa e improbable. Según ella, Alejandro Magno habría pasado por esa
región y ellos serían descendientes de sus soldados. Grecia estimula esa
visión y otorga ayudas para afirmar la supuesta herencia helena de ese
remoto rincón de Asia. Nunca es tarea fácil discernir el mito de la
realidad.
Para los occidentales que aún se aventuran a viajar a Pakistán, la
visita al lejano valle de Chitral, en el macizo de Hindu-Kush, zona
fronteriza con Afganistán, es sin dudas uno de los puntos culminantes de
la visita. Si en medio de ese marco natural impresionante, esos
viajeros se detuvieran en los poblados kalash, no estarían lejos de
experimentar la misma emoción que Alejandro Magno cuando, luego de su
larga conquista de Persia, encontró en la ciudad de Nysa (1) un pueblo
que curiosamente practicaba los mismos rituales dionisíacos que en su
país natal (2).
Diferenciándose de un entorno austero y tardíamente convertido al
islam, los kalash, politeístas, utilizan vino en sus ritos religiosos y
rechazan el velo para sus mujeres. En Bumburet, uno de los tres valles
donde viven, la sorpresa es aún mayor: allí se eleva la Kalasha-Dur, un
inmenso edificio nuevo de tres pisos, sobre el cual se ve una placa en
griego, y que alberga una escuela, un centro sanitario y hasta un museo
cuyas columnas fueron esculpidas siguiendo los cánones de la
arquitectura jónica.
Desde hace algunos años, Wazir Zada, un joven kalash, intenta que el
Parlamento en Peshawar reconozca los derechos de la minoría kalash. Sin
embargo, en las altas praderas donde vive tiene escasos recursos y
territorios para reivindicar, salvo la defensa de una simple diferencia
cultural en un ambiente crispado: reclamar por que se respete el derecho
a producir y consumir vino. Ésta es una actividad poco apreciada por
los musulmanes ortodoxos, que la utilizan con fines proselitistas.
“Todas esas iniciativas para frenar la cultura del vino son hipócritas.
Muchos musulmanes del valle de Chitral vienen a beber con nosotros; el
vino es algo muy antiguo en estos valles”, afirmó Zada.
Zareen Khan, un joven que se fue a vivir y a estudiar a Peshawar,
recuerda que en la década del 50 había 30.000 kalash. La gran mayoría
debió convertirse bajo la creciente presión de un islam exigente, que
carcomía Pakistán. “Actualmente somos apenas tres mil” se lamenta Khan
señalando una nueva mezquita construida en medio del valle.
En el marco de esas reivindicaciones es donde surge la figura de
Alejandro Magno. “Hace algunos años se encontraron monedas de oro con la
efigie de Alejandro en una gruta de Bumburet”, afirmó Khan. Es cierto
que los viejos kalash, custodios de una tradición que se está
extinguiendo, jamás evocan la figura del conquistador macedonio. Pero
los jóvenes hablan de su posible paso por la región, y subrayan a menudo
los beneficios de la Kalasha-Dur, que permite que los niños vuelvan a
aprender sus tradiciones.
La Kalasha-Dur es antes que nada la obra de un griego apasionado,
Athanasis Lerounis, un ex docente que trabaja en los valles kalash desde
hace casi treinta años para la ONG Greek Volunteers. Desde hace unos
veinte años, profesores y médicos griegos están presentes en esos
lejanos valles. En 2001 recibieron importantes ayudas financieras del
Hellenic Aid, el programa de cooperación del Ministerio de Relaciones
Exteriores griego. En abril de 2005, Atenas e Islamabad firmaron un
acuerdo de cooperación que subrayaba los “lazos culturales” existentes
entre ambos países. Recientemente, con tal motivo, varios estudiantes
kalash recibieron becas para estudiar en Grecia.
El Hellenic Aid no desea revelar el monto de las subvenciones
acordadas, pero seguramente llegan a “millones de rupias” (3) según
Maureen Lines, que dirige desde hace más de veinte años la ONG inglesa
Hindu Kush Conservation Association. En general se justifica esa
“cooperación” por los párrafos del relato de Arriano (4) que describen
el cruce del Parapamisos, actual Hindu-Kush, por Alejandro Magno y sus
generales (el año 329 a.C.). Y hasta en ciertos casos, por teorías más
imaginativas, que presentan a los kalash como descendientes de
prisioneros jónicos o sirios, enviados por los griegos a los confines
del Imperio.
Sin embargo, no existe ninguna vinculación probada entre los kalash y
Alejandro Magno, o los descendientes del ejército griego de entonces.
Esta región del Hindu-Kush nunca formó parte de la satrapía (división
administrativa del imperio persa) de Bactrian, por él conquistada. Para
Augusto Cacopardo –uno de los etnólogos que desde hace treinta años
lleva adelante las investigaciones más precisas sobre el tema (5)–
cuando comenzó su trabajo no existía ninguna huella de un personaje que
pudiera aproximarse a Alejandro Magno en la tradición oral o en la
mitología kalash. Por otra parte, la lingüística pone claramente en
evidencia la ausencia de lazos entre el griego y el kalashamon, la
lengua kalash. Los escasos lazos linguo-sintácticos que pudieron
despertar expectativas entre los lingüistas griegos, obedecen sólo al
lejano origen común de lenguas pertenecientes a la familia indoeuropea.
Los kalash son en realidad el último pueblo proveniente de los kafirs
(literalmente “los infieles”) la gran mayoría de los cuales fueron
convertidos al islam hace menos de dos siglos, en una región inestable
que es hoy en día el Nuristán (el Reino de la Luz), en Afganistán. Por
lo tanto, su presencia sería muy anterior a la llegada de Alejandro a la
región.
De bárbaros y civilizados
Al observar en los últimos veinte años el resurgimiento del mito de
los descendientes griegos perdidos en las montañas del Hindu-Kush,
Cacopardo trazó su historia. En Occidente, la referencia osciló sobre
todo entre relatos de viajes (desde Marco Polo hasta los exploradores
ingleses) y el mito literario (6). Sus investigaciones permitieron
develar una dimensión aun más inesperada: esa leyenda fue mantenida en
la región durante muchos siglos por los soberanos musulmanes locales
como marcador de identidad. Los soberanos del Badakhshan no dudaban en
adjudicarse el título de “Zulqarnain” (que significa “con dos cuernos”)
en referencia al epíteto que designaba a Alejandro en su versión
coránica (7). El etnólogo también pudo identificar huellas de ese relato
entre los antiguos soberanos de la Hunza y de Swat, en Pakistán. Una de
las principales razones de esa referencia a Alejandro reside muy
probablemente en que la misma les permitía establecer alianzas locales
en nombre de un improbable “lazo de fraternidad” con el nuevo
conquistador inglés.
Cerca de dos siglos después de los soberanos del Badakhshan,
Alejandro Magno reaparece. En efecto, los recientes estudios del
psicosociólogo Nikos Kalampalikis muestran su creciente presencia en la
construcción identitaria contemporánea griega (8). Su reaparición en ese
país parece ocurrir en las mismas fechas (hace cerca de veinte años)
que en las registradas en el Hindu-Kush. La novedad se manifiesta, por
ejemplo, en el conflicto que opone a Grecia y a la República de
Macedonia. Desde su independencia en 1991, la ex República yugoslava de
Macedonia (según la denominación oficial de las Naciones Unidas) está
enfrentada con Grecia respecto de las respectivas herencias
identitarias.
La República de Macedonia exhumó de la Antigüedad los símbolos
olvidados que la distinguen de sus vecinos albaneses y búlgaros. Pero
Atenas sigue oponiéndose, a nivel de relaciones diplomáticas, a aceptar
la denominación de República de Macedonia a un Estado al que acusa de
plantear reivindicaciones sobre su provincia homónima. En 1992, la
inclusión en la bandera de Macedonia del sol de Vergina, un símbolo
descubierto en 1977 en una tumba, supuestamente de Felipe II de
Macedonia –el padre de Alejandro– provocó furor en las autoridades
griegas. Ante esas protestas, la República de Macedonia retiró ese
símbolo de su bandera en 1995. Lo que no le impidió, en 2007, bautizar
al aeropuerto de Skopie con el nombre de Alejandro Magno.
En esa escalada, ambas partes buscaron lógicamente una justificación
extra de su identidad en aquellos que consideran sus “descendientes”.
Los recientes apoyos financieros concedidos al programa de ayuda a los
kalash pueden ser interpretados en esa perspectiva. En Grecia existen
decenas de documentales, películas y libros recientes sobre los kalash.
Por su parte, los macedonios no dudaron en afirmar que los verdaderos
descendientes de Alejando se hallan en realidad en la Hunza, otro valle
del Hindu-Kush. En julio de 2008, el príncipe Ghazanfar Ali Khan y la
princesa Rani Atiqa, de la Hunza, fueron invitados a Skopie, y dijeron
sentirse “honrados de volver a su país, Macedonia” (9). Interrogado
sobre el tema, Kalampalikis expresó, no sin ironía, que evidentemente se
podía hablar, en términos psicológicos, de “desplazamiento”.
Durante el mismo período, otro fenómeno de recuperación se añadió a
esa reutilización del mito. Como los nuevos medios de comunicación
permiten acceder a numerosos documentos escritos o iconográficos sobre
los kalash, éstos acabaron simbolizando, a su pesar, a los pueblos
occidentales en lucha por su identidad en un medio islámico hostil.
Maureen Lines afirma que cada año recibe decenas de pedidos de
información de parte de periodistas que buscan describir a un pueblo en
lucha contra conversiones forzadas. Por lo tanto, en la construcción
intelectual que procura dividir al mundo en civilizados y bárbaros (10),
los descendientes de Alejandro Magno tienen un éxito creciente, como lo
muestran los numerosos reportajes o referencias aparecidos en sitios de
internet partidarios de una identidad occidental homogénea, ya sea
nacional (11) o religiosa (12).
La reaparición del caso de los kalash, sin dudas tiene que ver con
las similitudes asombrosas que existen entre los grandes temas
identitarios planteados desde la Anábasis de Alejandro (13) respecto de
la alteridad, del bárbaro y de la asimilación (14), y los que hallamos
hoy en día en las teorías cercanas al “choque de civilizaciones”, donde
el “Otro” pertenece primordialmente al área islámica. Al respecto, es
posible preguntarse si una de las intenciones de Oliver Stone en su
película Alejandro (2004) no era acercar Alejandro Magno a George W.
Bush, ambos hijos de un “dirigente en jefe”, que continúa en Medio
Oriente la conquista inconclusa de su padre.
Esta última forma de aprovechamiento es sin dudas más cercana a la
verdad histórica. En efecto, Cacopardo subraya la muy alta probabilidad
de que los kalash sean, al menos en esa zona, los últimos y valiosísimos
representantes de culturas paganas indoeuropeas, que precedieron la
llegada de los monoteístas, hecho ilustrado por sus rituales, cercanos
al culto de Dionisos, el antiguo Dios llegado de Oriente en la mitología
griega. Como lo muestra este caso, las “ilusiones identitarias” y sus
variantes nacionales tienen como característica relatar historias
fabulosas o escenificar uniones intelectuales inesperadas. La de
Huntington y Dionisos no es seguramente la menos sorprendente. n
1 Posiblemente, la actual Jalalabad en Afganistán, así llamada
por su culto a Dionisos.2 Flavio Arriano, L’Anabase d’Alexandre le Grand, Minuit, París, 1984, libro V, cap. I a III. Escrito en el siglo II, el texto de Flavio Arriano es considerado el relato más confiable de las expediciones de Alejandro.
3 Es decir, varias decenas de miles de dólares.
4 Ibid, libro IV.
5 Alberto Cacopardo y Augusto S. Cacopardo, Gates of Peristan, Istituto Italiano per l’Africa e l’Oriente, Roma, 2001, y Augusto S. Cacopardo, Proceedings of the First International Conference on Language Documentation and Tradition, with a Special Interest in the Kalasha of the Hindu Kush Valleys, Himalayas, Universidad de Tesalónica, Grecia, 7/9-11-08.
6 Rudyard Kipling, The Man who would be King (1888), y la película homónima de John Huston (1975).
7 Corán, S. XVII, 83, 84, 85.
8 Nikos Kalampalikis, Les Grecs et le mythe d’Alexandre. Etude psychosociale d’un conflit symbolique à propos de la Macédoine, L’Harmattan, París, 2007.
9 “Hunza Royals visiting Macedonia”, Macedonia Daily, 12-7-08.
10 Tzvetan Todorov, La peur des barbares. Au-delà du choc des civilisations, Robert Laffont, París, 2008.
11 Se pueden hallar numerosas referencias a los kalash en el sitio Altermediainfo.com, cuya versión original estadounidense fue fundada por David Duke, ex brujo imperial de los caballeros del Ku Klux Klan.
12 Particularmente en numerosos sitios religiosos ortodoxos.
13 Flavio Arriano, op. cit.
14 Cabe recordar la revuelta de Opis, en 324 a.C., durante la cual los generales de Alejandro le reprocharon a éste la atribución de las más altas funciones militares a los persas.
*Experto en Relaciones Internacionales.
“Actualmente somos apenas tres mil”, se lamenta Khan señalando una nueva mezquita.
Tomás Fredo. Isótopos (30 cm x 30 cm). 2009.
Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/los-nietos-de-alejandro-magno
Cosas que la historia, debe de poner en claro....
ResponderBorrar