25 nov. 2010


Alrededor del Mar Negro

por Jean-Arnault Dérens y Laurent Geslin
 Mar cerrado, fuertemente afectado por la contaminación, percibido a veces como un espacio “marginal”, el Mar Negro se encuentra sin embargo en el centro de la redefinición de desafíos estratégicos centrales, en los que se miden las nuevas relaciones de fuerza entre la Unión Europea, Rusia, Turquía, el Cáucaso y los países de Asia Central y Medio Oriente. Hojas de ruta.

Sinop (Turquía)

El 1º de mayo de 2010, mientras los sindicatos reunían a sus tropas en la plaza Atatürk, los barcos pesqueros del puerto de Sinop se embanderaban con los colores de la movilización antinuclear: “Sinop nükleer istemiyor!” (“¡Sinop no quiere una central nuclear!”).
El proyecto, en esta pequeña ciudad del litoral turco del Mar Negro, concentra la cólera de los habitantes. Mientras que la costa que se extiende de Estambul a Sinop sigue siendo salvaje y ha sido preservada, el tramo que va de Sinop a la frontera georgiana, de unos seiscientos kilómetros, ha sido completamente cubierto de cemento. Una autopista priva a las ciudades de todo acceso a la costa. En urbanizaciones que crecen como hongos se alinean cientos de edificios a menudo sin terminar, que albergan a una población que descendió recientemente de las montañas con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida.
En algunos lugares incluso, la autopista se construyó sobre terrenos ganados al mar, hoy amenazados por la erosión. Para tratar de evitar el fenómeno, se construyeron diques de hormigón distanciados entre sí por algunos kilómetros. Tal vez el remedio sea peor que la enfermedad, ya que bloquean las corrientes, retienen los sedimentos y no hacen más que alejar el problema unos cientos de metros. A veces, barcos pesqueros fondean al abrigo de estos espigones, pero estos nuevos puertos, a los que sólo se puede llegar atravesando la autopista, no ofrecen ningún servicio y muchos barcos parecen abandonados.
 

La pesca, otrora floreciente en el Mar Negro, se ve amenazada por el agotamiento del recurso ictícola. Rusia impuso a Turquía una estricta limitación de las zonas de pesca. Las aguas del Mar Negro se encuentran particularmente amenazadas por la eutrofización, es decir, la presencia excesiva de materias orgánicas, especialmente de algas. Este fenómeno es consecuencia directa del exceso de nutrientes arrojados al mar, como el nitrógeno y el fósforo producidos por la explotación agrícola. La eutrofización “ahoga” al mar enrareciendo la circulación de oxígeno; un fenómeno amplificado en el Mar Negro, un mar relativamente poco salado, cuyas aguas provienen en su mayoría de los grandes ríos que allí desembocan, como el Dniéster o el Danubio.
Desde hace años, diversas organizaciones intergubernamentales, como la Comisión para la Protección del Mar Negro contra la Contaminación, alertan sobre el problema; pero, desprovistas de capacidad operativa, apenas pueden emitir recomendaciones (1). Y, mientras tanto, la protección del medio ambiente no parece ser una prioridad de los países ribereños.
Tras haber cubierto de cemento la costa, el gobierno turco apuesta ahora al desarrollo de la producción eléctrica. Los proyectos de represas se multiplican desde la privatización del mercado de la energía, hace unos quince años, y el fin del monopolio de la Türkiye Elektrik Kurumu, la compañía nacional. El Estado se contenta con desempeñar el papel de regulador del mercado a través de su agencia EPDK, y otorga los ríos en concesión a las compañías privadas por 49 años. En total, se habrían presentado no menos de mil trescientos proyectos de represas en todo el país, seiscientos de ellos en la región del Mar Negro. “La movilización permitió, por ahora, postergar un proyecto de central en nuestro valle”, explica Selco Günay, dueño de un pequeño hotel en el valle de la Firtina. “Esta represa habría cubierto el 0,14% de las necesidades energéticas del país, cuando estimamos las pérdidas ligadas al transporte de la electricidad en más del 30% sobre toda la red”. Günay es el vocero de la plataforma ecologista del valle. El movimiento de oposición a las represas congrega en efecto a toda la población de la región. Turquía, que antes compraba energía a Bulgaria, se volvió autosuficiente, pero las compañías privadas apuntan a la exportación, en particular hacia el Cáucaso, mientras que en las grandes ciudades como Estambul los precios se disparan.

Samsun (Turquía)

“Desde hace seis generaciones, los cherkeses no comen pescado”, señala Othan Dögbay, quien preside la Asociación de Cherkeses de Samsun. Estos últimos llegaron a Turquía tras la conquista rusa de las costas septentrionales del Mar Negro. “Nuestros ancestros poblaban toda la costa rusa actual, de Novorossiisk a Sochi. Desde comienzos del siglo XIX, la Rusia zarista luchó para conquistar Circasia (2). Sólo lo logró definitivamente en 1864, con el aniquilamiento de las tribus cherkeses en la batalla de Kbaada. Los sobrevivientes no tuvieron otra opción que huir al Imperio Otomano. Se concentraron cerca de las costas, esperando a los barcos que debían llevarlos (3). Muchos murieron de malaria u otras enfermedades en estas regiones insalubres; otros lo hicieron durante el trayecto. Arrojaban los cuerpos por la borda: es por eso que nos seguimos negando a comer pescado”.
Una gran causa moviliza a los cherkeses de Turquía, que serían entre cuatro y cinco millones: la oposición a los Juegos Olímpicos de Invierno que tendrán lugar en Sochi en 2014. En efecto, el sitio principal de estos Juegos será, en las montañas que dominan la ciudad, la estación de esquí de Krasnaia Poliana, que corresponde al sitio de la batalla de Kbaada. “En ruso, ‘Krasnaia Poliana’ significa ‘el claro rojo’, y los rusos sostienen que este nombre provendría del color de los helechos que crecen allí. Pero nosotros sabemos que este lugar se tiñó de rojo con la sangre de nuestros ancestros”, afirma Dögbay.
Las organizaciones cherkeses acudieron al Comité Olímpico Internacional, sin obtener respuesta satisfactoria. Reclaman el reconocimiento del “genocidio” cherkés. A comienzos de abril, una delegación del Congreso Mundial Cherkés, con sede en Estados Unidos, se reunió con parlamentarios georgianos. Como el gobierno de Mijail Saakashvili apela a cualquier recurso para oponerse a Moscú, Georgia podría ser el primer país del mundo en reconocer oficialmente este “genocidio”.

Trabzon (Turquía)

A lo largo del siglo XX, la costa del Mar Negro fue también testigo de intensas mixturas de poblaciones. Los griegos “pónticos” (4) prácticamente desaparecieron de las costas turcas del Mar Negro desde los acuerdos de Lausana (1923), que preveían intercambios de poblaciones entre Grecia y Turquía. Trabzon, la antigua Trebisonda griega, se convirtió en bastión del nacionalismo turco. Es de esta ciudad que provenía el presunto asesino del periodista armenio Hrant Dink, muerto en Estambul el 19 de enero de 2007 (5). Gültekin Yücesan, quien se proclama “revolucionario luxemburguista”, en alusión a Rosa Luxemburgo, dirige el comité local de defensa de los derechos humanos. En una larga velada, nos explica que el ejército y los diferentes servicios secretos han hecho de Trabzon un símbolo: “Aquí, la tradición militar del kemalismo (6) no ha muerto”. Sin embargo, la ciudad se caracteriza también por una práctica del islam cada vez más manifiesta y rigorista. Es necesario descender a los barrios del puerto para encontrar bares que sirven abiertamente bebidas alcohólicas, mientras jóvenes mujeres venden sus encantos a los marinos de paso. Es verdad que la clientela a la que apuntan es más rusa que turca.
Cada día, en efecto, los ferries unen Trabzon con Sochi, en Rusia. Los barcos son vetustos y los horarios inciertos, pero una multitud atareada se apresura para embarcar. Entre nuestros compañeros de viaje, hay mujeres rusas que se dedican al “comercio de maleta”, trayendo al país algunos bolsos de ropa o de artículos fácilmente revendibles; trabajadores georgianos que emigran a Rusia y deben pasar por Turquía, al haberse interrumpido todos los lazos directos entre su país y Rusia desde la guerra de 2008; pero también muchos caucásicos. Un grupo de jóvenes, de aspecto deportivo, que se comunican en ruso y en una lengua caucásica, sube a bordo, arrastrando enormes paquetes que, tras pasar el control de la aduana turca, resultan estar llenos de ejemplares del Corán.

Sujumi (Abjasia)

Este cargamento algo particular no impedirá a los pasajeros desembarcar en Sochi, donde los preparativos de los Juegos Olímpicos avanzan a buen ritmo. Desde la futura villa olímpica de Adler, en la costa, se está construyendo una autopista hacia Krasnaia Poliana. La pequeña estación balnearia de Adler está ubicada justo en la frontera de la Abjasia secesionista.
“Por supuesto, esperamos beneficios económicos de los Juegos”, asegura sonriente Viatcheslav Chilikba, asesor del Presidente abjasio. Antigua “perla” de la riviera soviética, Abjasia, Apsny en idioma abjasio, o “país del alma”, se separó de Georgia en 1994 al término de terribles combates que causaron más de ocho mil muertos. Proclamó su independencia después de la guerra de agosto de 2008 entre el ejército georgiano y las fuerzas rusas (7). Los abjasios representarían hoy alrededor del 45% de los 250.000 habitantes de la pequeña república, donde viven además armenios, rusos y griegos pónticos. La mayoría de los 250.000 georgianos huyeron de Abjasia o fueron expulsados de allí después de la guerra de 1994. Ningún retorno parece posible. “Si los refugiados regresaran, habría una nueva guerra –insiste el Presidente, Sergei Bagapsh–. La mayoría de ellos tiene sangre en las manos.”
Abjasia aún sufre un embargo impuesto por Georgia y aplicado por casi todos los países de la comunidad internacional (8). El puerto de la capital, Sujumi, coronado por una inmensa bandera abjasia que domina el Mar Negro, recibe regularmente cargueros provenientes de Trabzon. Estos buques se dirigen supuestamente a Batumi, en Georgia, pero se desvían de su ruta en el mar para dejar su cargamento en Abjasia.
Los habitantes de la capital se reúnen en los cafés frente al mar, donde los turistas siguen siendo escasos, aunque Moscú invierta masivamente en la pequeña república. Sin embargo, Sujumi niega ser un peón de Rusia. “Alojamos dos bases militares rusas, es decir diez mil hombres, para asegurar la protección de nuestros ciudadanos frente a las fuerzas georgianas y, por primera vez desde 1994, podemos dormir en paz”, se justifica Bagapsh. El tono se endurece: “Si Abjasia es un protectorado ruso, ¿no es acaso Georgia un protectorado estadounidense? ¿Y por qué se reconocería a Kosovo como un país independiente, y no a Abjasia?”.
En las inmediaciones de la capital, la vida recupera poco a poco sus derechos: las casas son habitadas aunque estén en ruinas; en todas partes surgen cafés y pequeños comercios. En la bahía de Sujumi, los edificios de la universidad del Estado abjasio muestran también las secuelas de la guerra, pero allí concurren alrededor de diez mil estudiantes. Gudisa Tskalia, de unos veinte años, estudia relaciones internacionales. Oriundo de la ciudad de Gudauta, a unos cincuenta kilómetros de allí, sueña con ser diplomático y representar a su país en el extranjero. Por el momento, sólo cuenta con el reconocimiento de Rusia, Nicaragua, Venezuela y la isla de Nauru, así como del pequeño “club” de las otras repúblicas no reconocidas, Transnistria, Osetia del Sur o la República Turca de Chipre del Norte. Las negociaciones mantenidas con Georgia bajo la égida de Naciones Unidas se encuentran en punto muerto. Abjasia obtuvo incluso, en junio de 2009, el retiro de la misión de la ONU, y cerró su territorio a los observadores militares europeos.

Batumi (Georgia)

La “frontera” entre Abjasia y Georgia pasa por el puente sobre el río Inguri, reservado a los peatones. Nos cruzamos con una multitud de georgianos residentes en Abjasia que se apresuran para ir de compras a la ciudad georgiana de Zugdidi, del otro lado del río. El paso queda sujeto a la buena voluntad de los milicianos abjasios y de los policías georgianos, y a menudo se producen incidentes en la zona fronteriza. El 8 de junio pasado, un guardia abjasio fue asesinado. Georgia no vislumbra aún otro escenario que la reconquista militar de Abjasia. Desde la “Revolución de las Rosas” que lo llevó al poder, el 23 de noviembre de 2003, Saakashvili intentó sin descanso reintegrar al Estado georgiano las entidades secesionistas de Adjaria, Abjasia y Osetia del Sur. Fue en Adjaria donde obtuvo su único éxito.
Desde entonces, el gobierno muy pro-occidental de Tiflis quiere convertirla en una atractiva vidriera de Georgia. Allegados al Presidente ocuparon todos los puestos directivos importantes, y el Estado invierte fuertemente en Batumi. En la vieja estación balnearia de un encanto anticuado, se levantan lujosos hoteles. Un Sheraton de veinticuatro pisos abrió sus puertas el pasado 1º de abril. Muchos otros edificios están en construcción: un Hyatt, un Hilton, un Radisson… Desde la guerra de 2008, los turistas abandonaron casi por completo Batumi, pero la ciudad cuenta con los turcos, atraídos por los casinos, prohibidos en Turquía y aquí mucho más numerosos que los hoteles.
El puerto comercial, muy cercano a la ciudad vieja, se encuentra también en plena renovación. Fue otorgado en concesión por 49 años a un holding kazajo del petróleo, KazTransOil. En 2009, el tráfico anual ascendía a siete millones de toneladas de petróleo, transportadas por vía férrea hacia Batumi desde Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán.
La oficina del director del puerto está decorada con el retrato de dos presidentes: Saakashvili y su par kazajo, Nursultan Nazarbayev. Zurab Shulgaia fue diplomático soviético durante 22 años –la mayor parte en los países árabes– donde se ocupaba de cooperación económica. Luego fue embajador de Georgia en Kazajstán. Fueron las autoridades kazajas, reconoce, las que le pidieron que abandonara la diplomacia y asumiera, en nombre de ellas, la dirección del puerto de Batumi.
Muy vinculado a Rusia, Kazajstán invierte masivamente en Georgia. Entre los que saben del tema, se barajan dos teorías: las empresas kazajas podrían servir de disfraz a los capitales rusos, o bien Kazajstán está buscando nuevos mercados para salir de un cara a cara demasiado exclusivo con Rusia. Shulgaia, al tiempo que reconoce lo que se pierde por la casi ruptura de las relaciones entre Georgia y Rusia, se muestra optimista: “Todas las guerras llegan a su fin”, asegura.

Poti (Georgia)

A unos cincuenta kilómetros al norte de Batumi, el puerto de Poti, bombardeado por la Flota del Mar Negro rusa durante el conflicto de agosto de 2008, también fue otorgado en concesión por 49 años al Emirato de Ras-al-Khaimah. La reconstrucción avanza a buen ritmo, y Poti está llamado a convertirse en la principal puerta de entrada marítima hacia el Cáucaso y Asia Central.
Maxim Shonin, responsable de una asociación de los puertos del Mar Negro con sede en Odessa, Ucrania, subraya la importancia del desarrollo de las relaciones entre Poti y el puerto búlgaro de Varna. La intensificación de los intercambios entre las riberas este y oeste del Mar Negro, marginando a Rusia, se inscribe en el marco del corredor de transporte Europa-Cáucaso-Asia (TRACECA). Definido en 1998, reúne a la Unión Europea y catorce Estados de la región (9). Están en juego allí no sólo el transporte de los hidrocarburos del Mar Caspio y Asia Central, sino también el acceso a Asia Menor. El puerto de Poti comunica a Armenia y, por esa vía, permite acceder fácilmente a Irán.
Una fuerte rivalidad enfrenta a los puertos de Odessa y Varna. El actual desarrollo de los intercambios tiende también a marginar a Ucrania, en pleno realineamiento con Moscú desde la victoria de Viktor Yanukovich en las elecciones presidenciales del 7 de febrero de 2010 (10). Sin embargo, del dicho al hecho hay un largo trecho, y el eje Poti-Varna sigue siendo marginal con respecto a los intercambios entre Rusia y Turquía. Shonin estima que “alrededor del 80% de los buques que atraviesan el Bósforo y los Dardanelos son rusos o se dirigen a Rusia”.

Sebastopol (Ucrania)

Durante mucho tiempo Sebastopol cristalizó las tensiones entre Ucrania y Rusia. En la época soviética, la ciudad gozaba de un estatuto especial, sin pertenecer a la República Autónoma de Crimea anexada a Ucrania. Tras la independencia ucraniana, en 1991, Rusia se negó durante mucho tiempo a reconocer la soberanía de Kiev sobre la ciudad, que conservaba el estatuto de “ciudad cerrada”: se necesitaba un pase especial para dirigirse allí. En 1997 se alcanzó un acuerdo: Moscú ya no cuestiona los derechos de Ucrania sobre Sebastopol, pero alquila los puertos para su Flota del Mar Negro. En abril pasado, Yanukovich prorrogó el contrato de locación, y el alquiler se extiende ahora hasta 2042. Habría alrededor de veinte mil militares rusos en Sebastopol, donde suelen vivir con sus familias.
En la rada de Sebastopol, junto a la inmensa estatua de Lenin, se encuentra el edificio del servicio hidrográfico de la marina rusa. La pintura está un poco ajada, y la decoración patriótica no ha cambiado desde la época soviética, pero Evgeni Georgievitch nos recibe con una enorme sonrisa y un franco apretón de manos. “La Flota del Mar Negro vigila”, asegura este oficial ruso de nacionalidad ucraniana. De hecho, durante el conflicto de agosto de 2008, fue de Sebastopol desde donde partieron los buques que aplastaron a la flota georgiana en el puerto de Poti.
Acodado a una balaustrada en las alturas de la ciudad, Andrei Chobolev observa este puerto que conoce muy bien. Dueño del diario Sevastopolskaia Gazeta, el hombre es también un cantautor muy apreciado en Sebastopol. “Para muchos de sus habitantes, Sebastopol es ante todo la ciudad que resistió a los nazis durante la guerra, el orgullo de la Unión Soviética. Ese pasado sigue muy vivo: la Unión Soviética y sus mitos heroicos todavía sobreviven entre nosotros. Sebastopol no puede ser ucraniana, pero tampoco es realmente rusa. Es un puerto, un mundo en sí, decididamente una ciudad aparte”.
Chobolev sueña en voz alta con que Sebastopol, ciudad de guerra, se convierta en una ciudad de paz, que goce de una suerte de extraterritorialidad. Aun cuando siga alojando a la Flota del Mar Negro rusa, ya que todos saben que Rusia no puede pensar en abandonar su “ciudadela del Mar Negro”, sobre todo desde que la OTAN reforzó sus bases en Bulgaria y Rumania.

Odessa (Ucrania)

Si bien las relaciones de Ucrania con Rusia se normalizaron en los últimos meses, siguen tensas con Rumania, siendo el delta del Danubio la manzana de la discordia entre ambos países. El delta se extiende sobre unos 3.500 km2, a caballo entre ambos países. Puerta de entrada al Mar Negro de la red fluvial europea, el delta es también una zona natural única en Europa, y un espacio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde 1991. Existen allí mil doscientas especies de plantas, trescientas especies de aves y cuarenta y cinco especies de peces de agua dulce.
“La protección del delta debe hacerse en cooperación con las autoridades rumanas, ya que los ecosistemas no conocen fronteras –aboga el profesor Nikolai Berlinski–. Hace unos años sufrí un ataque cardíaco a fuerza de luchar en la Academia de Ciencias de Kiev para tratar de impedir que el Estado ucraniano saqueara el delta”. Berlinski trabaja hoy para el Instituto Hidrológico de Odessa. “No estoy en contra de los canales, y mucho menos en contra de la navegación por el Danubio, pero la manera en que se acondiciona el delta es catastrófica”.
En efecto, Kiev inició en 2004 trabajos para abrir a la navegación un brazo natural del delta ubicado en territorio ucraniano, el canal de Bystroe. Desde el 14 de mayo de 2007, y luego de tres años de trabajos, cargueros y barcos portacontenedores pueden unir el Danubio con el hinterland europeo desde el Mar Negro. Durante meses, topadoras dragaron los sedimentos, y se construyó un dique marítimo de varios kilómetros en el estuario ucraniano del Danubio. Para Kiev, el objetivo comercial es importante: se trata de que los cientos de barcos ucranianos que transitan cada año por el canal de Sulina, en territorio rumano, puedan liberarse de los impuestos aduaneros rumanos, y de abrir una nueva vía de navegación internacional capaz de aportar algunas divisas extras al Estado ucraniano.
“Más allá de las consecuencias ambientales, el acondicionamiento de este canal es una idea estúpida –señala Berlinski desesperanzado–. Con la explotación intensiva de las orillas del río, el Danubio arrastra toneladas de sedimentos que hacen crecer el delta aproximadamente cuarenta metros por año. Lo que quiere decir que mantener una vía navegable en aguas profundas requiere dragar el canal continuamente…” Los sedimentos dragados actualmente en el canal de Bystroe son arrojados a cinco kilómetros de las costas, y luego arrastrados por la corriente litoral que va del norte hacia el sur. Se depositan pues en la embocadura del canal de Sulina, la otra vía navegable del delta, ubicada del lado rumano, lo que molesta particularmente a Bucarest.
Desde la caída de la Unión Soviética, ambos países están en conflicto sobre la definición del trazado que delimita la frontera marítima y las aguas territoriales de los dos Estados. Un asunto de gran importancia, cuando se sabe que 100.000 millones de metros cúbicos de gas y diez millones de toneladas de petróleo se encontrarían bajo la plataforma continental en disputa. Llevado por Rumania ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el diferendo tuvo su desenlace el 3 de febrero de 2009: la Corte acordó a Ucrania el 20% de la zona disputada, es decir, 2.500 km2, y el 80% restante, es decir, 9.700 km2, a Rumania.

Vilkovo (Ucrania)

Muy lejos de estos desafíos geopolíticos, la pequeña ciudad de Vilkovo, apodada la “Venecia ucraniana” por los canales que la irrigan, posee alrededor de ocho mil habitantes. A pesar de las promesas de los dirigentes ucranianos, que aseguraban en 2004 que el canal aportaría cuatro mil empleos a la región, la situación económica es catastrófica. “La gente se va, ya no hay trabajo, el puerto y las fábricas soviéticas cerraron –señala apenado el capitán Nikolai, ex militar reconvertido en guía turístico–. La única actividad aún rentable es cortar cañas para exportarlas a Holanda”.
Las comunicaciones con Rumania, ubicada en la otra orilla, justo en frente de Vilkovo, son casi imposibles. No existen rutas ni puentes, y la comunicación fluvial que unía Vilkovo con Tulcea, la gran ciudad rumana del delta, se ha interrumpido. Para ir a Rumania, es necesario pues emprender un viaje de varias horas, por rutas en muy mal estado. “Ahora que Rumania forma parte de la Unión Europea, necesitamos visa”, agrega el capitán Nikolai. Desentonando en medio del paisaje de cañas y pantanos, unos pequeños puestos de la policía ucraniana controlan todos los pasajes. “La frontera es mucho más hermética que en los tiempos de la URSS. Una nueva cortina de hierro divide el delta”.


1 Véase “La région du Danube et de la mer Noire”, Europa.eu, junio de 2005.
2 Antigua región del Cáucaso de población mayoritariamente musulmana.
3 Alexandre Grigoriantz, Les Caucasiens. Aux origines d’une guerre sans fin, Gollion, Infolio, 2006.
4 Este término proviene de la denominación griega del Mar Negro, Ponto Euxino. Todavía quedan importantes comunidades pónticas en Rusia y en Crimea, aun cuando muchos griegos de la ex URSS hayan partido hacia Grecia a comienzos de los años 1990.
5 Hrant Dink fue el fundador del diario bilingüe Agos y uno de los intelectuales más influyentes de la comunidad armenia de Turquía.
6 Ideología heredada de Mustafá Kemal Atatürk (1881-1938), fundador de la República Turca, que insiste sobre la laicidad y el nacionalismo.
7 Vicken Cheterian, “El conflicto ruso-georgiano que estremeció al Cáucaso”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, abril de 2009.
8 Leon Colm, Improbable Abkhazie. Récits d’un Etat-fiction, Autrement, París, 2009; Jean Radvanyi y Nicolas Beroutchachvili, Atlas géopolitique du Caucase, Autrement, París, 2010.
9 Jean Radvanyi, “Transports et géostratégie au sud de la Russie”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2008.
10 Mathilde Goanec, “¿Kiev regresa a la órbita rusa?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, enero de 2010.

Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/alrededor-del-mar-negro

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