La censura indirecta
Hay motivos por los que
deberíamos estar más preocupados que de costumbre por el futuro de la
libertad de prensa en las Américas: varios presidentes autoritarios han
sufrido fuertes caídas en sus niveles de popularidad, y están
procediendo a silenciar a los medios independientes en un esfuerzo por
no perder las próximas elecciones.
Eso está ocurriendo en varios países, pero en ninguna parte de manera tan clara como en Venezuela. Allí, el presidente narcisista-leninista Hugo Chávez está enfrentando un creciente descontento público por la inflación, los cortes de luz, la escasez de alimentos y la masiva corrupción gubernamental. Según una encuesta reciente de Keller y Asociados, el 70 por ciento de los venezolanos piensan que su país va por mal camino.
No resulta sorprendente que, a medida que se acercan las elecciones legislativas del 26 de Septiembre, Chávez haya redoblado sus esfuerzos por acallar a Globovisión, la última emisora televisiva abiertamente critica del gobierno, tras el cierre de la señal de cable de la cadena RCTV en enero.
Las elecciones podrían resultar en un bloque opositor de peso en el Congreso, que podría iniciar investigaciones sobre la corrupción oficial, y terminar con el poder absoluto de Chávez sobre todas las ramas del gobierno desde que la oposición boicoteó las elecciones legislativas del 2005.
A principios de este mes, Chávez criticó públicamente al sistema judicial venezolano por no haber detenido a Guillermo Zuloaga, el presidente de Globovisión y uno de sus accionistas, por una investigación gubernamental a su negocio de venta de automóviles Toyota. Días después de la crítica de Chavez, se emitió una orden de arresto de Zuloaga por el caso de los Toyota.
Simultáneamente, Chávez reclamó que se intensificaran las acciones legales contra Nelson Mezerhane, uno de los principales accionistas de Globovisión, cuyo Banco Federal fue intervenido el 14 de junio por el gobierno. Refiriéndose a Zuloaga y Mezerhane, Chávez insinuó el 17 de junio que el gobierno podía apoderarse de ``todas las empresas que tiene esta gente''.
Los abogados de Zuloaga en Venezuela me dijeron que los cargos de acaparamiento con fines de usura de los 24 Toyota contra Zuloaga son ridículos, porque los vehículos habían sido vendidos previamente y estaban allí esperando ser entregados.
Además, mientras el gobierno acumula acusaciones contra Zuloaga y Mezerhane, no está investigando a cientos de funcionarios y empresarios chavistas involucrados en casos de corrupción pública, incluyendo el muy publicitado incidente del 2007 en el que una delegación venezolana intentó entrar a la Argentina con una valija llena de dinero en efectivo.
Poco antes de sus acciones más recientes destinadas a silenciar a Globovisión y RCTV, Chavez le había quitado sus licencias a 32 emisoras radiales citando presuntas irregularidades técnicas en sus registros, y había amenazado con cancelar las concesiones de otras 200.
Pero Venezuela no es el único país que recurre a la censura indirecta para acallar a los críticos.
Eso está ocurriendo en varios países, pero en ninguna parte de manera tan clara como en Venezuela. Allí, el presidente narcisista-leninista Hugo Chávez está enfrentando un creciente descontento público por la inflación, los cortes de luz, la escasez de alimentos y la masiva corrupción gubernamental. Según una encuesta reciente de Keller y Asociados, el 70 por ciento de los venezolanos piensan que su país va por mal camino.
No resulta sorprendente que, a medida que se acercan las elecciones legislativas del 26 de Septiembre, Chávez haya redoblado sus esfuerzos por acallar a Globovisión, la última emisora televisiva abiertamente critica del gobierno, tras el cierre de la señal de cable de la cadena RCTV en enero.
Las elecciones podrían resultar en un bloque opositor de peso en el Congreso, que podría iniciar investigaciones sobre la corrupción oficial, y terminar con el poder absoluto de Chávez sobre todas las ramas del gobierno desde que la oposición boicoteó las elecciones legislativas del 2005.
A principios de este mes, Chávez criticó públicamente al sistema judicial venezolano por no haber detenido a Guillermo Zuloaga, el presidente de Globovisión y uno de sus accionistas, por una investigación gubernamental a su negocio de venta de automóviles Toyota. Días después de la crítica de Chavez, se emitió una orden de arresto de Zuloaga por el caso de los Toyota.
Simultáneamente, Chávez reclamó que se intensificaran las acciones legales contra Nelson Mezerhane, uno de los principales accionistas de Globovisión, cuyo Banco Federal fue intervenido el 14 de junio por el gobierno. Refiriéndose a Zuloaga y Mezerhane, Chávez insinuó el 17 de junio que el gobierno podía apoderarse de ``todas las empresas que tiene esta gente''.
Los abogados de Zuloaga en Venezuela me dijeron que los cargos de acaparamiento con fines de usura de los 24 Toyota contra Zuloaga son ridículos, porque los vehículos habían sido vendidos previamente y estaban allí esperando ser entregados.
Además, mientras el gobierno acumula acusaciones contra Zuloaga y Mezerhane, no está investigando a cientos de funcionarios y empresarios chavistas involucrados en casos de corrupción pública, incluyendo el muy publicitado incidente del 2007 en el que una delegación venezolana intentó entrar a la Argentina con una valija llena de dinero en efectivo.
Poco antes de sus acciones más recientes destinadas a silenciar a Globovisión y RCTV, Chavez le había quitado sus licencias a 32 emisoras radiales citando presuntas irregularidades técnicas en sus registros, y había amenazado con cancelar las concesiones de otras 200.
Pero Venezuela no es el único país que recurre a la censura indirecta para acallar a los críticos.
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Agredesco desde ya tú valioso aporte... Muchas gracias....
JLRF