Cómo minimizar los riesgos
Por Héctor Gallegos*
Peligros naturales
Mi padre nació en Chillán, en los contrafuertes cordilleranos de la
sierra de Concepción, tierra de los bravos mapuches y de sismos muy
violentos. Después de una breve estada de cinco años en el Perú durante
la cual fue miembro del equipo diplomático que ayudó al arreglo de
nuestros graves entuertos nacidos en la Guerra del Pacífico, casó con
una peruana guapa y de belleza limeñísima.
Murió en Santiago de Chile cuando yo tenía poco más de tres años, así
resulté volviendo muy niño al Perú. Soy pues peruano, con servicio
militar completo e indeclinable arraigo nacional. Además de esa
pertenencia nací con una temprana vocación por la profesión (no el
negocio) de la ingeniería civil; inexplicable pues mis ancestros solo
habían sido abogados, médicos o militares.
La temprana relación con los amigos de mi padre me permitió conocer a
grandes ingenieros: Subercaseaux, Barros, Monge, Saragoni, Petinelli y
muchos más igualmente competentes. Todos ellos versados en los peligros
naturales. Entre los más notables ingenieros sísmicos del mundo, ellos
desarrollaron una de las grandes ingenierías antisísmicas del planeta.
El terremoto que sufrió Chillán el 24 de enero de 1939 sacudió
también todas las ciudades colindantes con una magnitud registrada de
8,3º en la escala de Richter. Este sismo ostenta el récord de la mayor
cantidad de muertos en la historia de Chile. Datos de prensa consideran
entre 20 mil y 30 mil las víctimas fatales, y se basan en la gran
destrucción que se percibía en la ciudad. Visité Chillán en 1975 para
conocer las tumbas de mis antepasados: ninguna figuraba fechada después
de 1940.
El terremoto de Valdivia de 1960, conocido también como el Gran
Terremoto de Chile, ocurrió el domingo 22 de mayo de 1960 a las 15:11,
hora local. Su epicentro se localizó en las cercanías de la ciudad de
Valdivia, en el sur de Chile, y tuvo una magnitud de 9,5º en la escala
sismológica de magnitud de momento (Mw). Ha sido[] el mayor sismo
registrado en la historia sísmica de la humanidad. Una serie de
movimientos telúricos de importancia prosiguieron 15 días después del
sismo principal y afectaron gran parte del sur de Chile. El sismo fue
percibido en diferentes partes del planeta y produjo un maremoto que
afectó diversas localidades a lo largo del océano Pacífico, como Hawai y
Japón, así como la erupción del volcán Puyehue. Más de 2, 000 personas
fallecieron y más de 2 millones quedaron damnificadas a causa de este
desastre.
La ingeniería sísmica chilena nace de estos dos gigantescos sismos y
de varios tsunamis. Sin duda con la japonesa, californiana y
neozelandesa, la chilena es una de las grandes ingenierías sísmicas con
base científica del planeta. Por ello este texto es un homenaje a ellas,
recuerda sus éxitos (como Valparaíso), sus lecciones al mundo, y llora
sus fracasos. Estos, que duda caben, seguirán enseñando sismología,
sismo resistencia, prevención y atenuación de daños a nuestros amigos
chilenos y a toda la comunidad ingenieril.
Los peligros naturales (sismos, tsunamis, huaycos, fuego, agua,
viento, sequías, inundaciones y volcanismo) pueden causar daños
aleatorios a la vida, la salud y a las construcciones, siempre y cuando
estas sean vulnerables. Perjuicios imperceptibles o catastróficos son
algunas de sus consecuencias, y se miden por el costo de los daños
ocurridos en las construcciones y lo que ellas contienen: personas,
animales, obras de arte, objetos en general.
Es importante notar que no existen los denominados desastres
naturales, sino los desastres causados por el hombre cuando un fenómeno
natural arremete contra él y sus obras. Cuando no hay vidas humanas ni
obras en el epicentro o en las rutas del movimiento sísmico o del
tsunami, no se produce desastre alguno.
La energía liberada se mide objetivamente en grados de energía
liberada, y la intensidad del sismo es medida subjetivamente, por la
evaluación de los daños, en grados Mercalli. Sin embargo, debido a las
diferentes atenuaciones que actúan sobre la energía (distancia del foco,
suelo de recorrido, por ejemplo), es la intensidad el mejor patrón de
evaluación de un evento terrestre.
Ejemplos de desastres graves recientes son los siguientes (como se
notará no se menciona la magnitud): Ciudad de México, por su suelo
blando y severamente oscilante combinado con edificaciones muy
flexibles; Huaraz, por su débil y mal mantenida construcción así como
por la estrechez de sus calles (se dice, con razón, que la gente no
murió dentro de sus casas sino en sus angostas calles); Yungay y
Ranrahirca, por repetir la construcción en una zona de gravísimo peligro
de deslizamiento de piedras, lodo, agua y hielo; Pisco, por su pésima
calidad de diseño y construcción.
Finalmente cito el que motiva la presente nota. Ocurrido el 27 de
febrero del 2010 denominado Terremoto de Chile 2010, liberó una energía
de 8,8º Mw, que afectó gravemente las regiones chilenas de Valparaíso,
Metropolitana de Santiago, O’Higgins, Maule, Biobío y La Araucanía, que
acumulan más de 13 millones de habitantes, cerca del 80% de la población
del país. En las regiones del Maule y el Biobío, el terremoto alcanzó
una intensidad de IX en la escala de Mercalli, arrasando con gran parte
de las ciudades de Constitución, Concepción, Cobquecura y el puerto de
Talcahuano. En las regiones de La Araucanía, O’Higgins y Metropolitana,
el sismo alcanzó una intensidad de VIII provocando importante
destrucción en la capital, Santiago de Chile, en Rancagua y en las
localidades rurales. Las víctimas fatales llegan a un total del orden de
1,000 fallecidos. []Cerca de 500 mil viviendas están severamenten
dañadas y se estiman un total de 2 millones de damnificados, en la peor
tragedia de origen natural vivida en Chile desde 1960. El riesgo
material ocurrido se ha estimado en 30,000 millones de dólares.
La gran pregunta que demandará largo tiempo e investigación para ser
respondida adecuadamente es cómo podía coexistir tan grande
vulnerabilidad y desconocimiento geológico en un país de reconocida
ingeniería de calidad. Y, particularmente, de competencia sismo
resistente.
Y al Perú, con bastante menos competencia ingenieril: ¿Qué podría
ocurrirle ante un evento de magnitud similar que es sin duda posible? Y,
también, ¿qué podemos hacer para reducir nuestra vulnerabilidad?
¿Cuáles son las causas de la elevada vulnerabilidad de las obras en el Perú?
1. La pobre calidad de la educación nacional en todos los
niveles. En el campo de la ingeniería esto se manifiesta con graduados
incompetentes e incapaces de aprender a aprender, con la equivocada
conciencia de pertenecer a un mundo estático. Es por ello que la
mayoría de ingenieros en el mundo padece una suerte de autismo
profesional, no están capacitados para comprender que la única certeza
en el mundo es el cambio.
La autorización que el Estado ha dado a todas las universidades
(estatales y privadas) para otorgar títulos a nombre de la nación y no
como debiera ser, a nombre propio. Tal vez eso sería discutible para
otros grados académicos, pero resulta inadmisible -por el grave daño
social y económico que ocasiona- cuando el grado es profesional.
La educación y el propósito de lucro concentrados en una institución.
El daño que esto produce es muy grave. Hoy proliferan universidades
que tienen como fin único el lucro, puramente crematísticas, cuya
prioridad es la utilidad. Sus atractivos edificios, complejas
instalaciones y equipamiento costoso contrastan severamente con su
pobreza curricular, su detalle silábico y con la incompetencia de sus
profesores. Ese vacío educativo, más el engaño que hacen a sus
estudiantes, queda descubierto cuatro o cinco años después, cuando el
nuevo profesional tiene que afrontar las limitaciones de su infame
preparación.
La imposibilidad del Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) de actuar
en nombre de la nación para cumplir con dos de sus objetivos
principales: a) Colegiar, es decir, profesionalizar, y b) Controlar el
ejercicio ético de los ingenieros. Mientras las universidades otorguen
títulos profesionales a nombre de la nación esto será un imposible.
La carencia de una educación holística y de un sistema de
acreditación honesto, objetivo y respetable en todas las universidades.
Esta realidad empeora el problema de la ingeniería peruana e incrementa
la vulnerabilidad de sus obras.
La muy vulnerable configuración de los edificios diseñados sin la
participación de ingenieros competentes. Esto conduce a edificios
flexibles, asimétricos e ingenuamente”bellos”.
La pésima construcción de las obras: materiales inadecuados,
conexiones defectuosas, mezclas y compactaciones deficientes. Uno de
nuestros grandes problemas es la mala construcción. ¿A quién se culpará
si hay daños severos: al diseñador, al analista o al constructor?
¿Cómo resolver este grave problema?
Es indispensable implantar un sistema de acreditación objetivo para
analizar, aprobar o desaprobar y corregir íntegramente el proyecto
educativo de cada carrera de ingeniería.
El estudio integral de la ingeniería debe incorporar la cultura y
desarrollar capacidades para el aprendizaje y la comunicación. Deberá
también reflexionar en los aspectos conceptuales, no solo en los
técnicos (que están en cambio permanente).
Cambiar o corregir los problemas señalados requiere una profunda
transformación de los intereses políticos y empresariales, y demanda
anteponer la calidad del diseño al denominado “buen gusto”, la
elaboración de un concienzudo análisis a una primitiva aplicación
reglamentaria, y una correcta construcción a una opción crematística de
la construcción.
Pretender que los problemas se resuelvan nombrando a inspectores del
CIP (aun si son profesionales con la formación y experiencia debidas) es
ilusorio. Se requiere también de un comprador que sepa adquirir calidad
y no detalles innecesarios, es decir que también sea educado para
comprar.
6. Por último, a partir de nuestra experiencia, pensamos que es
preciso:
Delegar en compañías de seguros la responsabilidad de revisar los
proyectos, tanto la configuración como el análisis, dibujo y
especificaciones.
También delegarles la supervisión de las construcciones: procesos,
materiales, conexiones, dosificaciones, homogeneidad, maduración, entre
otros.
De no cumplirse íntegramente esta delegación integral se prohibirá
otorgar garantías, fianzas, préstamos, hipotecas y participar en el
negocio. Comprometer seguros obligatorios por lo menos por cinco años
después de concluida la obra.
Dada la amplitud y la complejidad de estas propuestas, creemos que la
anteriormente escrita puede aplicarse y funcionar de manera inmediata.
De este modo estaremos dando el más decidido paso para minimizar los
riesgos y reducir la vulnerabilidad para atender los peligros naturales
que las obras deberán inevitablemente enfrentar.
El Estado
Su función es integral: responder por la evaluación y prevención de
los efectos en la infraestructura de servicios públicos, vías, espacio
público, así como en las instituciones educativas y de salud. El diseño y
socialización de políticas y estrategias para la prevención y el manejo
de los peligros naturales, debe convertirse en una de sus prioridades.
La comunidad debe ser debidamente preparada para conocer cómo actuar
ante un evento, esto incluye tanto instituciones públicas como privadas.
* Ex - Decano del Colegio de Ingenieros del Perú. Miembro del
Consejo Editorial de Le Monde diplomatique, edición peruana.
Edición de Luz & Sombras. Fuente original:_ http://www.eldiplo.com.pe/como-minimizar-los-riesgos
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JLRF